La herencia de Tito
Sin querer analizar todos los aspectos del artículo La herencia de Josip Broz Tito, publicado en EL PAÍS el 5 de mayo, me veo obligado a llamar la atención de ustedes y la de sus lectores a algunos de sus elementos.
El presidente comunista y mariscal, el croata Josip Broz Tito, unificó los pueblos de la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia durante una exitosa lucha antifascista. Su papel en el siglo XX es objeto de investigaciones de historiadores.
En cuanto a la guerra defensiva, impuesta a Croacia entre el año 1991 y el 1995, y el papel que el presidente Franjo Tudjman desempeñó en ella, quiero poner en evidencia la única verdad sobre quién atacó primero a Eslovenia, y luego a Croacia. Ni una sola granada fue lanzada desde el territorio croata hacia el territorio serbio, mientras que solamente sobre la ciudad de Vukovar -el símbolo de la añoranza de los croatas por la libertad- cayeron decenas de miles de granadas, volando por encima del Danubio. Fue precisamente en Vukovar donde las fuerzas serbias cometieron el más grave crimen contra civiles y presos de guerra, como un ensayo general para el posterior genocidio perpetuado en Srebrenica.
El idioma croata nunca ha sido serbio, así como el serbio nunca ha sido croata. Si dos interlocutores se entienden mutuamente, eso no quiere decir que hablen el mismo idioma. El ex Estado yugoslavo, en sus dos encarnaciones (la monárquica, desde el 1918 hasta el 1941, y la comunista, del 1945 hasta el 1991) intentó instaurar la dominación de Belgrado borrando las huellas de la lengua croata. El pueblo croata unificadamente luchó para proteger su lengua, su identidad y su cultura ante la hegemonía oriental. Así mismo, hay que destacar que la abreviación lingüística "hrv" para la lengua croata está en el uso internacional desde el 1 de septiembre de 2008, y conforme al estándar ISO 639-2 y las regulaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La próxima lengua oficial de la Unión Europea será el croata.
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