Muere Rafael Sanus, el obispo más conciliar de Valencia
Pasadas las seis de la tarde de ayer, ocho sacerdotes portaron a hombros desde el Palacio Arzobispal, donde se instaló la capilla ardiente, hasta la catedral de Valencia, donde se celebró el funeral, el féretro con el cuerpo de Rafael Sanus (Alcoi, 1931), obispo auxiliar emérito de la diócesis, que falleció súbitamente en su domicilio en la noche del jueves.
Por delante del ataúd, más de 120 sacerdotes quisieron acompañar a Sanus y transmitir una última muestra de afecto a este obispo heredero del espíritu del Concilio Vaticano II, humanista, dialogante, de sólida formación intelectual y cercano a los problemas del clero valenciano, a muchos de cuyos integrantes formó como rector del seminario metropolitano, del colegio Corpus Christi o como profesor de la Facultad de Teología de Valencia.
Por detrás, cerrando la comitiva que recorrió los metros que separan la residencia arzobispal de la puerta románica de la seo valenciana, estaban el cardenal Agustín García-Gasco y el arzobispo de la ciudad, Carlos Osoro. El primero condenó al ostracismo a Sanus hasta tal punto que solicitó su renuncia como obispo auxiliar en 2000. El segundo, consciente de la relevancia de su figura, mantuvo una estrecha relación con él y, pese a sus diferencias, cultivó su amistad.El arzobispo de Valencia, que veló el cuerpo de Sanus desde que le notificaron su fallecimiento, al filo de las doce de la noche del jueves, hasta las cuatro de la madrugada de ayer, glosó la obra y las cualidades personales de Rafael Sanus
Era un hombre con una "inteligencia especial" y que desarrolló una "gran obra" en la archidiócesis de Valencia. Fue "un gran maestro de teología y gran formador", por lo que el clero "tiene que agradecerle mucho". Además, el arzobispo destacó la estrecha relación personal que ha mantenido con Sanus desde su llegada a Valencia, el pasado mes de abril, y expresó su "agradecimiento sincero a Dios por haber conocido a don Rafael, especialmente el último año". De hecho, la última vez que se vieron fue el domingo pasado, cuando comieron juntos en el Palacio Arzobispal. Osoro recordó la lucidez intelectual que mantenía el prelado a pesar de sus problemas de movilidad. "Ha muerto un obispo muy querido por Valencia y por mí".
Uno de los primeros gestos con los que Osoro marcó distancias con su antecesor, Agustín García-Gasco, fue precisamente el cariño que mostró hacia Sanus nada más aterrizar en su nuevo destino. En la misma misa de toma de posesión, hace poco más de un año, al término de la ceremonia, Osoro dio un emotivo abrazo público al obispo emérito. Desde entonces y, a pesar de que el arzobispo mantiene unas posiciones más conservadoras que Sanus, a quien muchos consideran el último heredero del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, Osoro cultivó esta relación. Nada que ver con el ostracismo al que le sometió el cardenal que, tras la renuncia de Sanus por sentirse marginado y criticar "el más mínimo sentido de la colegialidad" en la archidiócesis, fue castigado por García-Gasco a dejar su residencia en el Colegio del Corpus Christi, donde vivió 24 años, y le prohibió confirmar.
Ayer, en el sermón del funeral, Osoro insistió en las facultades pastorales, académicas y humanas de Sanus, Pero también recordó su libertad "para decir las cosas que ha creído conveniente en momentos de su vida". A la misa asistieron en representación del Gobierno valenciano y del PP -partido que vetó a Sanus para el Consell Valencià de Cultura- los consejeros Rafael Blasco y Trini Miró, y el vicepresidente Juan Cotino. Por el PSPV acudieron el ex presidente de la Generalitat Joan Lerma y Emèrit Bono.
Al término de la ceremonia, el centenar largo de sacerdotes que acompañó a Sanus le despidió con un caluroso y emocionado aplauso. Hoy a las 11 de la mañana está previsto que se celebre en la parroquia de San Mauro y San Francisco de Alcoi la misa exequial.
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