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Columna
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En favor de los números

"Un mínimo do 50% dos fondos adquiridos deberán estar en lingua galega". Esta era la norma previa de los centros públicos de enseñanza en Galicia. La actual dice: "A multiculturalidade e as diversas linguas con presenza no centro deberán ser convenientemente recollidas" (DOG, 7/5/2010). Es posible, con ese papel, eliminar la entrada de nuevos libros en gallego. Habrá quien lo haga.

Los números comprometen y hacen más difícil cualquier arbitrariedad. La fobia a los números es parte de la costumbre de hacer y decir lo que queremos por encima de la razón y de la realidad. Con números todo se complica para quien no quiere dar cuentas de sus actos. El conselleiro Vázquez, el que lleva estas cosas en el actual gobierno de la Xunta, con Feijóo al frente, no quiere pillarse los dedos: que cada cual compre lo que quiera. No hay números.

Menos de un tercio de la población usa de forma plena el gallego, la mayor parte en zonas en declive

Es un momento ideal para estas arbitrariedades porque la gente está con el pensamiento en la crisis y en los problemas económicos. Incluso parece un lujo seguir dando la vara con estas cosas que sólo atañen a nuestra lengua, que ha perdido un 13% de hablantes plenos en los últimos años (de 2003 a 2008), según el Instituto Galego de Estadística (IGE) y su Enquisa de condicións de vida das familias. Coñecemento e uso do galego (2008).

La crisis amenaza con llevarse una pequeña parte del salario de los funcionarios, entre los que me cuento. Es una cantidad muy menor, pero probablemente para mucha gente es importante. Zapatero ha dicho el 5% (del sueldo base, imagino). Le ha puesto número. Tienen número todos y cada una de las cosas de esta crisis, del paro al crecimiento.

Las promesas también suelen tener número, y eso las hace más creíbles. Nuestra lengua y nuestros libros en ella ya no tienen número, pero el IGE ya citado se lo pone: el 63,9% de los niños y adolescentes (de 5 a 14 años) hablan siempre o casi siempre en castellano. No hay futuro con estos números.

Tan importante al menos como esos pocos euros que nos lleva el ajuste de la crisis son los miles de gallegohablantes a los que la crisis, por diversas razones, echará en brazos de otros idiomas. Para nunca volver. Esos cambios que se producen al albur de cambios sociales y económicos acaban por convertirse en estructurales, permanentes. Así fue desapareciendo el gallego, sin defensa alguna frente a los cambios a lo largo de los siglos.

No llega a un tercio de hablantes los que usan de forma plena el gallego en la actualidad, y la mayor parte están en zonas en declive. Los nuevos gallegohablantes de las ciudades son gente ilustrada y de clases altas en muchos casos, pero son pocos o están muy lejos en número de los hablantes del español. También en la periferia popular de las ciudades se habla el gallego en una proporción muy menor del total de habitantes de la urbe.

Más números: el señor Rajoy propone, frente al ajuste de Zaspatero, suprimir no sé cuantas cosas, ministerios, etcétera. Cosas a suprimir para crearle problemas al Gobierno, que es lo bueno. Pero no da números. No tiene números de lo que se ahorra cerrando no sé qué ministerio. Muchísimo menos, en todo caso, que lo que se reduce el déficit con las medidas del Gobierno: 15.000 millones de euros, ese es el compromiso. Son números que son también ojos, testigos y terribles observadores. El conselleiro Jesús Vázquez no da números de nuestros libros, Rajoy tampoco los da de sus ajustes.

El miedo a los números no es una patología clínica: es una patología política y humana que nos atañe a todos. Cuando no queremos responsabilizarnos, obviamos los números. Vázquez lo lleva al pie de la letra. Se sufre menos, y además sobran los libros (en gallego) en tiempos de crisis, con la gente pensando en los euros que le va a costar el ajuste (50 al mes son pocos, pero 600 al año son más: el 5% para un sueldo base funcionarial de 1.000 euros).

Son números. ¿En qué te afecta la crisis?: en 600 euros al año. ¿Qué porcentaje de libros en gallego comprará tu centro?: los que Dios mande, sí señor, del cero al infinito. Darkness at noon (Oscuridad a mediodía) era el título original del libro de Arthur Koestler, traducido como El cero y el infinito. Oscuridad a mediodía, tinieblas en la luz. Ese, o cualquier otra traducción aproximada que les guste, es el mejor título para lo que está pasando.

Tengo la convicción de que este pequeño país del Finisterre europeo saldrá adelante pese a todos los obstáculos que se le pongan, pero no tengo números para fundar este aserto. Es el optimismo de la voluntad de Gramsci. Falta hace. Por cierto, después del encuentro de la dignidad el 17 de este mes, Día das Letras Galegas, a las 12 en la Alameda de Compostela, habrá que hacer números. ¿Un millón? Nos vemos.

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