El arte de Konrad
El Macba dedica una exposición a la influyente galería de arte conceptual y minimalista del matrimonio Fischer
Lo explica Thomas Kellein en uno de los textos del catálogo: "Hoy se sabe que con sus ventas de arte conceptual y minimalista a museos internacionales y coleccionistas particulares, la galería Fischer se adueñó entre 1967 y 1980 del 27,33% del mercado". Si esto no es influencia, que venga Beuys y lo vea. Konrad Fischer (Düsseldorf, 1939-1996) ha sido, sin duda, uno de los galeristas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en Europa, donde dio a conocer por primera vez a artistas como Bruce Nauman, Carl André, Dan Flavin y Sol LeWitt. Los minimalistas y conceptuales estadounidenses estuvieron acompañados en la estrecha y relativamente pequeña sala de Düsseldorf por creadores del arte povera italiano como Mario Merz o Giuseppe Penone, británicos como Gilbert & George, franceses como Daniel Buren, griegos como Kounellis, españoles como Juan Muñoz y alemanes como Tomas Schütte o Bernd y Hilla Becher.
La firma alemana introdujo en Europa las vanguardias estadounidenses
Incluye grandes obras de Carl André, Bruce Nauman y Mario Merz
De todos ellos pueden verse obras, algunas magníficas, en la exposición con la que el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) da fe de esta influencia. Con la probabilidad de ser visto. Dorothee y Konrad Fischer. Archivos de una actitud es una exposición triple que muestra por un lado el trabajo de Konrad Fischer como artista, algunas de las principales obras de su colección particular y la documentación de su trabajo como galerista y comisario de exposiciones.
Su trabajo artístico es curioso. Son telas pop de un marcado aire irónico algunas de las cuales sirvieron de fondo decorativo en la performance que realizó con Gerhard Richter (él y Sigmar Polke fueron sus compañeros de estudios) en una tienda de muebles de su ciudad natal. Corría el año 1963 y los happenings estaban a la orden del día. Entonces firmaba Konrad Lueg, el apellido de su madre, pero aunque realizó algunas exposiciones y llegó a patentar la pintura fosforecente sobre la que atrapaba las sombras (puede verse uno de sus cuadros en esta técnica en la exposición), pronto se dio cuenta de que prefería estar al otro lado.
En 1967 abrió un espacio (entonces no quería denominarse galería) en un angosto pasaje interior de Düsseldorf con una exposición de Carl André consistente en 100 planchas de acero laminado de 50 por 50 centímetros que recubrían todo el suelo. De aquella pieza se hicieron varias versiones que hoy están en importantes colecciones y museos. El Macba ha reconstruido a escala natural el espacio de la galería. En la reconstrucción del atrio se ha instalado una obra de Richard Long consistente en decenas de ramitas, casi todas iguales, que forman una perfecta construcción geométrica en el suelo. La exhibió originalmente en 1968, el mismo año de la pieza que puede verse en la otra reconstrucción. Se trata de Six day week-6 sound problems, de Bruce Nauman, en la que el artista daban estrictas instrucciones al galerista para que fuera variando cada día de la semana la cinta con diferentes sonidos que había grabado, así como el reproductor, la silla y la cinta que los une a ambos. Las instrucciones se mantendrán al pie de la letra también en el museo.
"Es curioso, porque aunque Nauman hizo una veintena de exposiciones en la galería de Fischer, ninguno de los tres grandes museos de Düsseldorf compró obra suya", comentaba ayer, con cierta malicia, Friedrich Meschede, comisario de esta exposición, que después viajará a Alemania. El galerista sí coleccionó muchas de las obras que exponía y su acierto se demuestra, por ejemplo, en el espectacular montaje de la sala que acoge a un tiempo un gran círculo de piedra de Richard Long, un iglú de Mario Merz, varias obras de Sol LeWitt (entre ellas un minimalista mural gráfico para cuya elaboración un asistente del artista ha estado 10 días siguiendo exactamente las instrucciones) y varias piezas de Robert Ryman, entre otros.
Apabullante muestra de los grandes del minimalismo y el conceptual clásicos, es decir, artistas que, por mucho que en ellos prime más la idea y el concepto que el objeto, dan siempre una importancia fundamental a la forma en que este acaba siendo realizado. Es, en cierta manera, lo que defendía la exposición Cuando las actitudes devienen formas (Berna, 1969), que organizó Harald Szeemann, legendario comisario de arte que dirigió en 1972 la Documenta V de Kassel, en la que invitó a Konrad Fischer a coordinar toda una sección. "Tuvimos mucho contacto con Szeemann, tanto a nivel profesional como en el terreno personal porque fuimos muy amigos", comentaba ayer Dorothee Fischer, quien mantuvo vivo el espíritu de la galería a la muerte de su esposo. "Joseph Beuys también fue una pieza muy importante. Aunque era un poco mayor, apoyaba la galería y en aquel momento era un puntal del mundo del arte de Düsseldorf. Al principio no pudimos mostrar su obra porque estaba en otra galería, pero después sí exhibimos su trabajo. De hecho, la pieza más importante que presentamos es la que ahora puede verse en Caixafòrum".
Se refiere, claro está, a Espacio de dolor (1985), la sobrecogedora instalación de una habitación con las paredes forradas de plomo, iluminada sólo por una oscilante bombilla, del artista alemán, que puede verse de forma permanente en el centro barcelonés y que fue la primera obra que adquirió la colección internacional de La Caixa, en la que se advierten otros muchos rastros del trabajo de la galería alemana.
La labor como comisario de Fischer queda reflejada en el atrio del Centro de Documentación del Macba, en el edificio pantalla. Allí pueden verse fotografías, carteles, una amplia cronología de su actividad en los diferentes ámbitos, y también las invitaciones y algunas obras postales de artistas como On Kawara.
"Esta exposición tiene mucho que ver con la actitud, con un espíritu que está en la base de muchos de los artistas y proyectos que defiende el museo", comentó ayer Bartomeu Marí, director del Macba. "Tenía un colega holandés que decía que la historia del arte contemporáneo no la hacen los museos, sino los coleccionistas. Discrepo, pero reconozco que los museos no somos los únicos". Queda claro.
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