Angus Maddison, historiador y 'arqueólogo' de la economía
Analizar el pasado, para entender el presente. En Wall Street, ese ejercicio es (debería ser) clave para anticipar lo que está por venir. Angus Maddison fue atrás más que nadie en el tiempo, hasta el año 1, navegando por datos históricos. Dedicó su vida a reconstruir el tamaño y el ritmo de crecimiento de la economía global desde el momento en el que nació Cristo hasta la modernidad.
Nada de modelos matemáticos. La motivación de esta especie de arqueólogo de la economía, como apunta el título de su biografía Confessions of a Chiffrephile, es la pasión por los números y por cuantificar el planeta. Así, estimó que la economía global es 500 veces mayor que hace dos milenios. El historiador británico falleció el 24 de abril en París. Tenía 83 años.
Maddison se crió en la localidad de Newcastle-upon-Tyne, de las zonas más deprimidas en el norte de Inglaterra, dedicada a la minería y a astilleros. Su madre le llevaba de pequeño a lecturas organizadas por el sindicato local, en las que empezó a interesarse por el trabajo de John Maynard Keynes. Estudió en las universidades de Cambridge, McGill (Canadá) y Johns Hopkins (EE UU). Trabajó para el germen de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, en Harvard y en la holandesa de Groningen. Ya jubilado, siguió adelante con su trabajo de disección, estudio y reconstrucción del pasado mirando al futuro, que culminó en 2007 con Contours of the world economy 1-2030 A. D.
En su obra constata que el gran repunte de la riqueza se produjo en 1820, lo que fue aparejado de un incremento en la esperanza de vida. El propósito de su trabajo, como relató en la biografía de 1994, es "explicar por qué algunos países lograron tasas más rápidas de crecimiento y un mayor nivel de renta que otros".
Es su libro más conocido, aunque también dedicó un estudio a China. Sus análisis se basan en cosas comunes, como el precio de los alimentos, y detalles culturales o sociales. Una perspectiva muy valiosa para los Gobiernos de los países emergentes, a los que asesoró durante años, lo que le llevó a vivir en Ghana, Brasil, Mongolia, Guinea y Pakistán.
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