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Crónica:BARCELONA 64- 54 CSKA | Final a cuatro de la Euroliga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Barça, por activa y por pasiva

El cuadro de Pascual deshace el nudo ruso del CSKA y se planta en su séptima final

Robert Álvarez

El Barcelona se ganó el derecho a disputar su séptima final de la Euroliga pasando por el durísimo y tenso examen al que le sometió el CSKA de Moscú, un crucigrama de dificilísima resolución. El partido se convirtió en un permanente acoso del equipo ruso, que atentó a las constantes de juego del Regal Barça por todos los medios a su alcance, buena defensa y agresividad. Así intentó desactivar el talento, a base de negar espacios y velocidad en la ejecución. Pero el Barcelona le pagó con la misma moneda, y con creces. También en esa dinámica estuvo casi siempre un par de enteros por encima, echando mano de la defensa que le ha convertido en el equipo que menos puntos recibe en Europa, y con diferencia. Al mismo tiempo, desplegó un surtido de recursos en ataque que, antes o después, pese a todos las dificultades del juego planteado por el CSKA, acabaron dando un rédito más que suficiente.

Mickeal, además de apechugar con Siskauskas, mantuvo al Barcelona al inicio
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Volvió a crear problemas Siskauskas, como hace un año en Berlín cuando fue el verdugo del Barcelona, pero esta vez el alero lituano fue mucho mejor controlado por Mickeal y Grimau y se quedó demasiado sólo ante un rival superior en recursos y en jugadores capaces de aportar soluciones, también en un partido tan trabado y poco apto para los virtuosismos. Gracias a su buena dinámica colectiva y a su fortaleza ante las situaciones más exigentes, el Barça se salió con la suya. Y eso significa que después de un garrafal y desesperante inicio (2-9) acabó prevaleciendo la fantasía, la vivacidad y el instinto ofensivo de Ricky Rubio, la insistencia de Navarro y Lorbek, que mantuvieron el tipo cuando no les entraba ni una y acabaron destapándose cuando más lo necesitó el equipo. Mickeal, además de apechugar con el marcaje a Siskauskas, fue el que mantuvo al Barcelona en su horrible inicio de partido con ocho puntos de los 12 que sumó el equipo en todo el primer cuarto.

En esa dinámica, la resistencia física y mental se antoja fundamental. No hay muñecas calientes. No hay ritmo. Sólo cobra dividendos la insistencia en un juego coherente, acabe o no en canasta, y vuelta a la defensa. Si Navarro fallaba, si Lorbek, Ricky y Morris no las metían, lo básico es que el equipo no perdiera pie. La prioridad era que los 11 lanzamientos fallados en el primer cuarto, incluidos los seis triples que intentó el Barcelona, no hicieran mella. Los daños de la batalla se minimizaban en defensa.

El primer triple lo obtuvo Lakovic y sirvió para marcar un parcial de 11-0 en una muestra de que al CSKA también le costaba un mundo ver canasta. Holden acabó fallando hasta siete triples, Khryapa sumó muy pronto cuatro faltas y acabó jugando muchos minutos con la espada de Damocles sobre su cabeza. N'Dong, saliendo del banquillo, se asoció con Navarro para darle otro empellón al Barça que, con otro parcial de 10-0, abrió una brecha de ocho puntos (27-19), mísera si se quiere en otro tipo de partidos o de situaciones.

El Barcelona fue mucho mejor cuando se abrieron algo más los espacios y acabó encarando la recta final con todo a favor. Aún así, el CSKA siguió apretando y se puso a tres puntos (53-50) a algo más de tres minutos para el final. Poco después los árbitros castigaron con una falta intencionada a Vázquez. Pero Kaun redondeó el horrible porcentaje de tiros libres del CSKA, 4 de 9, y el Barcelona no falló a la hora de rematar su trabajo.

Tres puntos consecutivos de Vázquez y un triple de Lorbek dejaron el partido visto para sentencia. Ricky Rubio puso la guinda con el último triple que redondeó la clasificación del Barça para la final, la tercera que disputará en París tras las que perdió en 1991 y 1996, con el famoso tapón ilegal a Montero. Pero aquello fue hace mucho, ahora es tiempo para el equipo de Xavi Pascual y para que luche por una corona que lleva entre ceja y ceja durante toda la temporada, y aún más desde que hace un año el CSKA lo dejó en Berlín sin la final de la Euroliga.

Smodis presiona a Rubio bajo el aro en un momento de la semifinal.
Smodis presiona a Rubio bajo el aro en un momento de la semifinal.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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