"Para cenar prefiero al Bigotes"
El escritor Ferran Torrent recibe el homenaje de la Acadèmia en una jornada que analiza las muchas caras del autor
Hace tanto que lo es que Ferran Torrent ha dejado de pensar en sí mismo como un caso raro: un escritor valenciano que vive (básicamente) de escribir novelas en valenciano. Torrent recibió ayer un homenaje en toda regla por parte de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL): una jornada en el monasterio de Sant Miquel dels Reis, en Valencia, analizó la figura del autor de Sedaví desde los distintos soportes que ha trabajado (la novela, el periodismo), ha tocado transversalmente (el teatro) o ha tolerado (el cine: para bien en películas como Gràcies per la propina; para muy mal en otras, como La vida abismal y siempre, subraya, a cambio de dinero).
Torrent cerró el maratón de sesiones con una conferencia-encuentro con lectores en el que agradeció la atención que le dispensaba la AVL y lanzó un par de llamadas de atención. La primera: "La Acadèmia es la única institución a la que podemos acogernos los escritores valencianos. No hay otra". La segunda: "La preocupación por los clásicos y por los autores fallecidos no es incompatible con que se difunda la obra de los escritores vivos".
"Si tuviera que escoger ahora, no elegiría ser escritor"
En el turno de preguntas surgió, inevitablemente, el caso Gürtel. Torrent ya ha dado su opinión otras veces: la trama no es novelable. En principio. "Lo sería si pudiera hablar con Correa y con El Bigotes y me contarán la trastienda del caso. Lo que no se ha contado ya en los periódicos". "La verdad", añade el escritor a sabiendas de la provocación, "es que me encantaría cenar con ellos. Preferiría cenar con El Bigotes que con Saramago, al que admiro y considero un grandísimo escritor, pero que cuando habla me da la impresión de que está rezando el rosario".
¿Cómo funciona su creatividad? Nace por dos vías: o bien porque algo le resulta sugerente, o bien porque siente el deseo de narrar un tema. Una condición suele requerir de la otra. Ahora, por ejemplo, tiene ganas de escribir una novela sobre la crisis. "Pero a ese deseo tengo que encontrarle personajes, construir una historia".
Para explicar cómo se ha puesto la profesión el escritor cuenta que cuando él empezaba entraba en una librería y le sonaba el 70% de los autores. Ahora, cuando recorre las mesas y las estanterías conoce, como mucho, al 30%. "Si tuviera que escoger ahora, no me dedicaría a esto, porque es muy difícil. La competencia se ha vuelto feroz". "En realidad", concede, "ser escritor profesional nunca ha sido fácil. Pero ahora los es menos".
En esa habilidad tan característica de Torrent de inventar personajes creíbles, de carne y hueso, quizá tuvo algo que ver su etapa como periodista, un oficio que ejerció sobre todo en el semanario El Temps en la primera mitad de los años ochenta. "Siempre me ha gustado mucho el reportaje. Y siempre me ha venido muy bien para las novelas. Salir a la calle, conocer personas, adentrarme en la realidad".
¿Cómo ve en estos momentos el oficio? "El periodismo está en una transición. En un cambio que nadie sabe cómo va a acabar, sobre todo para los diarios locales que quizá tengan que acabar fusionándose, como las cajas de ahorro". ¿Han empeorado los periódicos? De entrada, responde, la posibilidad de leerlos en Internet ha eliminado la "ansiedad" de ir a buscarlos por la mañana. La única salida, opina, sería cobrar por los contenidos en la Red. Igual que por el libro digital: "Si alguien se descarga uno de mis libros en Australia por cinco euros, irá bien. Pero si se empiezan a bajar novelas como ha pasado con los discos y las películas, adiós".
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