El 'collage' de Hamilton
En 1956 aparecía en el panorama artístico británico un collage de pequeño formato que iba a revolucionar la forma de ver el mundo: ¿Qué hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos? En la obra no faltaba, miniaturizado, nada de aquello que el deseo moderno podía imaginar: un remedo ocurrente de Angelo Siciliano -"el hombre más musculoso del mundo"-, la pin-up provocativa con sombrero de lámpara, una suculenta y gigantesca lata de jamón, un cómic convertido en póster, la televisión, un magnetófono, el aspirador que llega donde se le necesita
... La suya era una imagen de la abundancia muy próxima a las revistas de los cincuenta: de todo acumulado.
Sin embargo, la propuesta de Hamilton no era sólo publicitaria: escondía también una oscura pasión de coleccionista y estaba cargada de nostalgia. La típica pincelada de esos años cincuenta era sustituida por trozos de revista cuidadosamente recortados y pegados. Podría parecer en sí mismo un acto frío si no se tuviera en cuenta que sus recortes procedían de revistas importadas. Todo aquello que Hamilton reunía representaba la realidad de otro, al ser Hamilton un chico inglés hablando del sueño americano. Hamilton hablaba de unos hogares modernos tan atractivos, tan diferentes, que no eran sus hogares modernos y en este malentendido estriba la magia de la obra que da inicio al pop inglés.
Aunque lo curioso de este trabajo es su uso del espacio, impecable y complejo -ocurrirá con cada una de las obras de Hamilton-. Lo que hace de su pequeño collage mucho más que una metáfora sobre el consumo es la manera en la cual el artista procede como un pintor de la tradición clásica, cierta línea que recorre la historia del arte de Velázquez a Picasso, pasando por Goya -se repite con frecuencia-.
Sea o no sea única la mencionada línea que tiende a ver la historia del arte como excesivamente previsible, lo cierto es que a primeros de los setenta Hamilton volvía la mirada hacia una obra portentosa, Las Meninas, a su modo imagen de lo moderno y con algo de collage -¿se han fijado en ese perro a la derecha que parece casi pegado, a la vez dentro y fuera de la acción pictóricamente hablando?-. Las Meninas también había intrigado a Picasso a lo largo de su carrera -¿cómo no hacerlo para alguien obsesionado con la noción espacial?- Y Hamilton hacía, a través de Las Meninas de Picasso, su particular homenaje al autor y al collage, mostrando en la estampa definitiva imágenes de los diferentes periodos del malagueño -arlequines, mujeres clasicistas, minotauros en el lugar del perro, atisbos del Guernica...-, especie de recorrido por la obra de Picasso que ha ocupado en Hamilton el sitio de Velázquez y luce una hoz y un martillo en lugar de la condecoración de pintor de corte.
Ahora se puede ver dicha estampa y sus dibujos y versiones preparatorios en el Prado, siguiendo la línea, acertadísima, de mostrar obras de artistas vivos relacionadas con los clásicos del museo. A su lado aparece la versión de Las Meninas de Goya y un pequeño dibujo de Picasso. En fin, un placer de recorrido como lo es siempre el lúcido Hamilton que podremos volver a ver en Madrid, en la galería Juana de Aizpuru el 18 de mayo. Para celebrar sus 40 años en la brecha, durante 12 meses Juana de Aizpuru va a mostrar una selección de sus artistas más emblemáticos a lo largo del tiempo, siempre en parejas salvo en el caso del propio Hamilton y Sol Lewitt. Una iniciativa que promete permitirnos ver a los "clásicos" que a lo largo de 40 años se han pasado por esta galería tan vanguardista. ¡Feliz aniversario!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.