Absuelto el yerno del dueño de Ferry's de la muerte de dos atracadores
Francisco Ramírez, yerno del fundador de Ferry's, procesado por la muerte de dos atracadores que asaltaron su casa junto a otra decena, ha sido absuelto. El tribunal de la sección segunda ha estimado la legítima defensa. De los 12 imputados, incluido Ramírez, por 15 delitos, el tribunal ha absuelto a Ramírez y a otras dos personas. Además, al abogado José Antonio Amores, al que se juzgó por haber, supuestamente, facilitado información a la banda de asaltantes, sólo le ha condenado la sala a un año de prisión por tenencia ilícita de armas. Al resto de imputados les ha impuesto penas de 11 a 17 años.
El asalto fue planeado y ejecutado por un grupo de al menos 12 personas. Siete han sido juzgadas. Dos resultaron muertos. Los hechos ocurrieron a las 20.15 del 4 de enero de 2006. Los ladrones llegaron en varios coches a la vivienda de Ramírez y su esposa, en Canals. Varios se quedaron en el exterior vigilando. Los demás, saltaron la valla y entraron en la propiedad. Lo primero que hicieron fue allanar la casa de la familia de servicio, donde maniataron y amordazaron al guardés en presencia de su hijo hasta lograr la llave del chalé.
Armas y disfraces
Los asaltantes, después, ocultando su rostro con pasamontañas y con varias armas irrumpieron en el salón de la casa principal. Una vez allí, ataron a Ramírez y a su mujer de pies y manos. Los tiraron al suelo y los apuntaron con una pistola en la cabeza. Varios de los ladrones golpearon a Ramírez y le obligaron a abrir las cajas fuertes de la casa, una de ellas en el dormitorio principal, ubicado en la planta primera. Ramírez, arrodillado en el suelo y apoyado en la cama, cubierto parcialmente por un edredón, escuchaba a los ladrones. Les pidió agua porque se encontraba mal. Uno de ellos le trajo un vaso. Fue entonces cuando aprovechó para coger una pistola que escondía debajo del colchón y montarla. Le oyeron, y uno de los que le custodiaba se abalanzó sobre él y le clavó un cuchillo. Ramírez disparó.
Ese tiro provocó la huida de los ladrones hacia la planta baja, desde donde uno de ellos disparó dos veces. Ramírez abrió fuego en cuatro ocasiones desde la escalera e hizo blanco en uno de los asaltantes. Murió en el acto. Otro se desangró y falleció en el jardín, pero no está claro quién le disparó. La situación, dice el tribunal, provocó el miedo suficiente para que Ramírez disparara. De ahí, la legítima defensa.
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