Morcillo reclama ante el Gobierno y el Consell el Campus de Excelencia

Esteban Morcillo inauguró ayer una nueva etapa en la Universitat de València. El rector reivindicó ante el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el secretario general de Universidades del Ministerio de Educación, Màrius Rubiralta, "toda la voluntad de la Universitat de València de acudir, conjuntamente con la Universidad Politécnica de Valencia, a la inminente convocatoria de Campus de Excelencia Internacional". Un reto para el que reclamó el apoyo de la sociedad y la financiación necesaria.

Fue uno de los pocos momentos reivindicativos de un acto de toma de posesión que resultó muy pacífico, a pesar de que en La Nau, la sede histórica de la universidad, se dieron cita muchos de los ingredientes que han hecho saltar la polémica en los últimos meses (por no hablar de años). Y de que el nerviosismo permaneció latente durante toda la mañana.

En primer lugar, por la presencia del presidente Camps. La última vez que el jefe del Consell visitó La Nau, en octubre de 2008, antes de que estallara el escándalo Gürtel, dos alumnos interrumpieron su intervención mientras la policía mantenía a raya otra protesta estudiantil en el exterior. Nada de eso sucedió ayer. La rauda salida de Camps tras concluir el acto (que le llevó a intentar salir por una puerta atrancada por el catering) fue en vano, salvo que a quien quisiera evitar fuera a la prensa.

Pudo verse sentados, una al lado del otro, a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y al delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, enfrentados recientemente por El Cabanyal. Y cerca, a Jorge Alarte, líder de los socialistas valencianos, a una nutrida representación del Consell y al presidente del Tribunal Superior de Justicia valenciano, Juan Luis de la Rua. Asistió el rector de la Politécnica, Juan Juliá, que también tuvo sus más y sus menos con el Gobierno tras la resolución de la primera convocatoria del programa de Campus de Excelencia Internacional. En este último caso, sin embargo, la sintonía entre las dos grandes universidades de Valencia pareció plenamente recuperada.

Camps también abordó en su discurso la polémica en torno al campus de excelencia: "Esperamos, esta vez sí, que el Ministerio de Educación le otorgue la máxima calificación", dijo, girándose hacia Rubiralta.

Lo anterior fue, sin embargo, probablemente menos importante que la materialización del nuevo estilo de gobernar la universidad de Morcillo. Moderado. Sin estridencias. Buscando la cooperación con todas las administraciones y las universidades vecinas. Ofreciendo la mano a los tres rivales con quienes se midió en la carrera electoral. Poniendo el acento en la apertura a la sociedad, la transferencia de conocimiento y la internacionalización. Sin renunciar a la defensa de la ciencia básica ni a la necesidad de adecuar el nuevo plan financiación universitaria a las condiciones singulares de su institución. Sin dejar de citar, al poco de iniciar su discurso, a Joan Fuster.

"El porvenir", afirmó Morcillo, "dependerá en gran medida del desarrollo científico, tecnológico, pero también sociocultural, el cual se forja precisamente en los centros de formación superior, investigación e innovación en que se han transformado las universidades".

En realidad ese camino fue recorrido ya, en parte, por Francisco Tomás, su predecesor. Pero Tomás se encontró con un entorno muy diferente. No hay más que echar un vistazo a las hemerotecas (intervención de Eduardo Zaplana, ausencia del entonces rector de la Politécnica, Justo Nieto, por mencionar dos ejemplos) para comprobarlo.

"De un lado, hay que superar los absurdos aislamientos en una vida exclusivamente académica que ignora las aspiraciones del entorno, pero del otro también hay que superar la estrecha imagen de la Universidad como una empresa de servicios subordinada a intereses económicos y políticos. Y así hemos procurado hacerlo, a veces con decisiones que han podido ser controvertidas, pero con el sentimiento de que no tomar decisiones es más grave que equivocarse al tomar alguna", declaró el ex rector en su despedida.

Como él mismo señaló, no es habitual que el secretario general de Universidades acuda a la toma de posesión de un rector. La presencia de Rubiralta, dio a entender, fue sobre todo un homenaje "personal e institucional" a Francisco Tomás, con quien ha tenido una estrecha relación en su actual periodo en el Gobierno y, previamente, durante su etapa como rector de la Universidad de Barcelona. Y también, dijo, una muestra de "respeto" al sistema universitario valenciano.