Milito reina entre la confusión
El argentino, con dos asistencias y un gol, vuelve loca a la defensa azulgrana
Decía José Mourinho que el dato "ese" de la posesión del balón nunca le ha dicho nada. "Si gana el que tiene más posesión, pues... ya hemos perdido, os lo digo", espetó a los periodistas el día antes del duelo contra el Barcelona. El marcador de San Siro, al final de la primera parte, decía: 36% de posesión del Inter y 64% del Barça. El resultado decía: empate a uno. Los fueras de juego, 5 a 0 para los neroazzurri. Los tiros 5 a 2 (3 a 1 a puerta). Luego, al final del encuentro, el marcador evidenciaba respectivamente un 33% por un 67% de posesión; 8 a 2 en fueras de juego y 5 a 5 en tiros a puerta.
Decía también Mourinho que él no es un técnico al que le guste el marcaje al hombre, que nunca plantearía un partido de diez contra Messi. Decía también el portugués que veía la eliminatoria a un 50% porque su Inter no era el de la fase de grupos. Que por aquel entonces el Barça le había dominado y que el equipo no había sabido encontrar respuestas a tanta superioridad. Pero que era todavía el mes de noviembre.
El Príncipe, ovacionado al final, fue un rompecabezas incluso para Piqué
El conjunto italiano se enganchó a Sneijder, con el que nunca ha perdido
El mes de abril ha sido testigo de que algunas cosas sí han cambiado. El Inter ya no se viene abajo a las primeras de cambio (léase el gol de Pedro). Parece un equipo. Ordenado. Serio. A veces, incluso entretenido. Ha encontrado en Sneijder su talismán. El centrocampista holandés fue el primero en pisar ayer el césped de San Siro, con zapatillas de deportes y pantalón corto. Eran las 19.33 y el ex madridista miró primero hacia el fondo de los ultras y luego se agachó a acariciar la hierba del estadio. Después se limpió las manos en los pantalones y esperó a que llegaran sus compañeros. El medio ha marcado tres goles esta temporada en la Liga de Campeones.
El Inter nunca ha perdido con Sneijder en el campo. Anoche tuvo además doble tarea porque donde no llega Motta, es decir, todas las veces que hay que construir jugadas y dar pases precisos, tiene que llegar él. Mourinho, al cabo, optó por el esquema de siempre, con Cambiasso y Motta delante de la defensa y Eto'o, Sneijder y Pandev por detrás de Diego Milito. El argentino mandó entre la confusión de la defensa del Barça: al principio pese a incurrir en varios fueras de juego; luego, con un rechace en el minuto 17, un disparo fuera en el 27, dos asistencias de gol, a Sneijder y a Maicon, y varias incursiones. Al final, hasta se llevó el gordo: un tanto, el tercero.
Il Principe. Así es como la afición del Inter llama a Diego Milito. Y El Príncipe fue anoche un rompecabezas incluso para Piqué. Mourinho probó varias veces durante la semana con Balotelli como único punta para sustituir precisamente al argentino. Había perdido frescura, decían; sólo había marcado un gol en los últimos seis partidos. El técnico luso no le ha dado casi descanso a lo largo de la temporada. Milito es uno de los futbolistas que más minutos ha disputado: 2.723 en la Liga y 717 en la Champions. Ayer le reservó en el último tramo del encuentro. Entonces Milito fue ovacionado por el público, que se levantó para despedirle. Era la noche del Príncipe.
Y también la de Mourinho, que volvió a acertar con el planteamiento táctico. Es la cuarta semifinal del portugués desde 2004. Como le gusta decir a él: "Soy un hombre de hechos más que de cosas medio hechas". Anoche, antes de sentarse en el banquillo, miró al fondo de los ultras donde había desplegada una pancarta enorme: "Madrid andiamoci insieme
[a Madrid hay que ir todos juntos]".
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