Movilización sin éxito por un tren de cercanías
Coche y AVE ganan por goleada la partida al tren. No hay argumento que valga en Fomento para dotar las áreas urbanas de Galicia de red ferroviaria de cercanías. Ni la polución que sale de los tubos de escape, que se disparó un 104% en 15 años, muy por encima que en el resto de Europa, según alertó un informe de Medio Ambiente.
Mella tampoco hace la movilización vecinal en múltiples plataformas encabezadas muchas veces por alcaldes de todos los signos políticos que no dejan de recordar que ya existe una red ferroviaria que recorre el eje atlántico que bien podría aprovecharse, como se hizo en otros lugares, para poder desplazarse dentro de áreas urbanas cada vez más pobladas.
No se atiende a ninguna razón: todo el dinero público para infraestructuras sigue yendo invariablemente para líneas de alta velocidad ferroviaria y para más vías de alta capacidad, o la ampliación de tramos de autopistas como acaba de anunciarse para Santiago y Vigo. Esta última ya cuenta en su entorno con 335 metros de vías de alta capacidad por cada mil habitantes. Tres veces más que Madrid o Barcelona.
El AVE se llevará por delante como mínimo 55 de las 132 estaciones o apeaderos (el futuro de otros 51 está en estudio). En Galicia no existe tren de cercanías, pero tampoco trazas de proyectarlo. Ya empezó en 2008, con la pequeña parada de Portas (Pontevedra) nacida en 1899, el desmantelamiento de la vieja vía férrea del eje atlántico.
Metro ligero
Hasta hace unos 15 años, el tren paraba ocho veces al día en la primera estación de la línea A Coruña-Santiago-Vigo, Uxes, en Arteixo. Era un servicio concurrido para desplazarse a la capital provincial para trabajar, estudiar o comprar. El 65% de los usuarios de la ciudad de A Coruña residen en municipios colindantes. Pero ahora el tren sólo para en Uxes si hay viajeros que lo requieren. Un servicio a la carta que también se ofrece en algunos apeaderos ya condenados a desaparecer.
Los proyectos de metro ligero, o tranvías modernos como el que disfruta Oporto, es otro ejemplo en Galicia de viejas promesas de transporte colectivo que no acaban de prosperar. El bipartito elaboró sendos estudios para dotar a Vigo y A Coruña con este tipo de infraestructura, aunque sin dibujar la conexión con sus áreas metropolitanas. El Gobierno de Feijóo prefirió tirar a la papelera ese proyecto de metro urbano y encargar la redacción de uno nuevo, más completo. Consignó este año para ese cometido 1,2 millones, el 0,002% presupuesto de Infraestruturas.
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