"Márchate de Lugo o la poli irá a por ti"
Más de 100 ex trabajadoras de los clubes investigados en la Operación 'Carioca' han revelado datos clave a pesar de las amenazas que reciben
El sumario judicial del caso Carioca, la investigación de una supuesta mafia de trata de blancas, tráfico de drogas, blanqueo de dinero y extorsión en la que están implicados agentes de todos los cuerpos de seguridad, proxenetas y empresarios influyentes de Lugo, suma ya 80 tomos y una ingente cantidad de pruebas. Y promete seguir medrando en los meses venideros gracias, fundamentalmente, a la colaboración de numerosas mujeres, que a pesar de las amenazas que vienen padeciendo han elegido declarar y liberarse de la red que, por lo que va trascendiendo del sumario, las esclavizaba.
Según fuentes relacionadas con la investigación, en las declaraciones que están prestando desde hace ya cinco meses ante la magistrada Pilar de Lara, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo, estas mujeres "van con la verdad por delante". Y son cada vez más las que se animan a aportar datos, desoyendo mensajes de móvil como uno que últimamente han recibido varias de ellas: "Márchate de Lugo o la poli irá a por ti".
Algunas han recibido visitas de mensajeros de los jefes en prisión
Lo que las mismas fuentes próximas al caso definen como "guerra sucia" se ha declarado definitivamente en Lugo, tanto contra los investigadores como contra las testigos. Varios hombres, supuestamente colaboradores de presuntos jefes mafiosos que están en prisión, se han dejado caer por los negocios en los que han logrado recolocarse las chicas y les han dicho que sus antiguos dominadores están a punto de volver a la calle, afirmación que no es cierta. "Al principio las lograron amedrentar asegurándoles que el mes que viene saldrían de la cárcel Adán [José Manuel García Adán, encargado y probable socio propietario del club Queen's], Ramón [José Ramón Vázquez Río, policía local vinculado al mismo burdel] y Armando [cabo de la Guardia Civil y supuesto cerebro de la trama]". "Era una buena estrategia, si pretendían asustarlas", siguen comentando las fuentes, "porque las mujeres que trabajaron en ese club los temen a todos ellos, y por Adán sienten auténtico pavor".
Ahora, sin embargo, ya han comprendido que nada de lo que les transmiten los mensajeros es cierto, y todas siguen adelante. El viernes, en la prueba testifical ante imputados y abogados que tuvo lugar en la Audiencia Provincial, las ex trabajadoras del Colina (otro de los clubes precintados) se mantuvieron firmes en las declaraciones que prestaron tras un biombo. Incluso una de ellas fue más lejos de lo que se había atrevido a ir en sus primeras manifestaciones.
"No consta que haya habido amenazas directas de muerte", explican los conocedores del caso, "pero ellas temen sobre todo dos cosas en este mundo: que les pase algo a sus familiares en Brasil, porque todas tienen varios hijos a pesar de su juventud, y que las expulsen de España". La vida, en su país de origen, "no vale nada", los sicarios matan "por poco dinero", y todas dicen que la red que las captó y las trajo a España, en buena parte a través de Barajas, tiene representantes allá.
De momento, por el juzgado, han pasado a prestar declaración "más de 100 mujeres", en un caso sin precedentes en España, ya que en los procesos por prostitución es difícil que las chicas, sin duda las testigos más importantes, también los más débiles, decidan dar el paso. Gracias a ellas hay imputadas ya 47 personas, y nueve de éstas permanecen en prisión preventiva en Bonxe y Monterroso. Los últimos que Pilar de Lara ha decidido dejar en libertad (pero con cargos), esta misma semana, son el propietario del club Eclipse de Ribadeo y el policía nacional destacado en el aeropuerto madrileño que supuestamente propiciaba la entrada de las mujeres.
De entre las trabajadoras que quedaron sin empleo después de la gran redada en el Queen's, el Colina, el Eros y el Volvoreta (club perteneciente a un ex guardia civil, según fuentes relacionadas con el caso el local más sórdido y poco higiénico de todos los precintados) la mayoría se han recolocado en otros burdeles, y unas cuantas han logrado rehacer sus vidas con empleos ajenos a la prostitución.
La red de trata de blancas captaba, fundamentalmente en Brasil, mujeres muy jóvenes, de entre 18 y 23 años, supuestamente incluso alguna menor, que aceptaban venir a España a trabajar en la prostitución para mantener a sus hijos, pero que no eran conscientes de la penosidad del trabajo que les esperaba. El cabo de la Guardia Civil, presuntamente, ejercía el control sobre todos los clubes, protegía a las mujeres a cambio de favores sexuales y garantizaba la ausencia de inspecciones.
Esta seguridad aportada por agentes del orden convirtió en invisibles para la ley los clubes de la trama, por ello eran frecuentados por empresarios y políticos de la provincia. Allí consumían cocaína, sentían preferencia por las chicas más "noviñas" y por las que, alentadas por ellos, empezaron a drogarse. Algunos tenían por costumbre gastar 3.000 euros en una noche y exigían a sus esclavas sexuales las mayores aberraciones.
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