Ingratitud y canonización

Hay que ver qué desagradecida es la carrera del político. Tras una vida entregada al partido, repartiendo favores a troche y moche, consiguiendo unos éxitos que, hasta hace nada, eran paradigma y ejemplo de lo bien que puede hacer las cosas un modelo de estadista, los ingratos compañeros de filas le dan la espalda negando su camaradería así cante el gallo 80 veces. ¡Con lo que habrá hecho el señor Matas por su comunidad!

Estoy seguro de que, con el tiempo, el asunto quedará en agua de borrajas. El honorable administrador de la cosa pública podrá retornar a sus quehaceres y economías que con tanto primor maneja. Ha demostrado fehacientemente su habilidad para redimensionar los costes públicos, su destreza en el manejo de los fondos públicos y su capacidad para gestionar el patrimonio. Ha conseguido, sacando tan sólo 450 euros de su cuenta corriente, vivir dignamente un quinquenio, comprarse un palacete que valía casi el triple gracias a su arte negociador, disfrutar de un piso de lujo en Madrid cedido por un buen amigo, pasar unas bucólicas estancias en el chalecito de su madre y reflotar la economía de muchos paisanos. No sé a qué espera el Papa para colocar a este prohombre en el lugar que le corresponde. Por milagros menos prodigiosos muchos otros han sido ya canonizados.