Doble lastre de un atractivo enclave

Media docena de gallinas enjauladas y las cenizas de una reciente barbacoa llaman la atención en los claros del huerto de palmeras, que hace de frontera con la primera línea de bloques. Desde ese punto, y hasta tres calles más abajo, el paisaje urbano refleja abandono y deterioro por los cuatro costados (aceras desconchadas y portales y zaguanes semiderruidos). Pasado el linde de la calle de la Morera, la degradada postal urbana presenta un tono menos agresivo. Incluso se atisban gestos de resistencia al abandono. Un vecino, encaramado a una escalera, se afana en repintar la reja de una fachada.

Son las dos caras de un mismo barrio: Los Palmerales de Elche. El enclave cuenta con 1.274 casas, 304 menos que cuando se levantó a finales de los setenta. Treinta años después, sus 4.076 vecinos, la mayoría obreros y de etnia gitana, tratan de sobreponerse al lastre histórico de barrio inseguro y conflictivo y, en paralelo, afrontan otro reto quizás más dramático: la crisis.

Paro y desahucio están los últimos meses en boca de los vecinos

"Sólo queremos una cosa: trabajo", dice un joven que conversa con otro grupo en un descampado. El joven asume su escasa cualificación profesional: "Tenemos el título del mercadillo", señala. "Si no hay trabajo, no podemos pagar", comenta otro vecino.

Las palabras paro y desahucio están en boca de los vecinos de forma permanente los últimos meses. El desempleo ha disparado los impagos. El propietario de los pisos, el Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA) ha respondido ya con ocho desahucios, tres materializados.

Las operaciones no han estado exentas de tensión. Muchos de los vecinos acusan al IVVSA de no aplicar el mismo rasero a los morosos. "Yo llevo ya más de 25 años en la casa, y el IVVSA no autoriza a que la pueda tener en propiedad", se lamenta Desiré. "No nos dejan acceder a la propiedad, y aprovechan cualquier deuda para pasarnos al régimen de alquiler", réplica Victoria.

"Los desalojos no se están aplicando con justicia. La crisis es más dura para nosotros. Exigimos para estas familias una segunda oportunidad", asevera Marisol López, presidenta de la Asociación de Vecinos. La dirigente vecinal, aparte de reclamar más inversión en el barrio, incide en "acabar de una vez para siempre con la humedad en los edificios consecuencia de las deficientes tuberías del agua".

Juan Guilló, presidente de otro colectivo, la Plataforma Intercultural y Social de Los Palmerales, va más allá y sospecha que los desahucios son el primer paso para laminar el barrio: "El futuro de Los Palmerales es muy negro. Es una zona privilegiada. Y nos quieren echar para reconvertirla en una zona residencial", explica.

El barrio, ubicado en el corazón de los huertos de palmeras, principal seña de identidad de Elche, ha reforzado su valor añadido con la construcción de recientes dotaciones en el entorno (Guardia Civil, Comisaría, y sede de los Juzgados). Declarado barrio de Acción Preferente en 1987, la lista de dotaciones sociales, gestionadas por el Ayuntamiento, es importante (centro social, escuela infantil, centro juvenil, polideportivo, entre otros). Los servicios privados tampoco escasean (tres supermercados, farmacia y bares).

De ahí que los vecinos se resistan a caer en el ostracismo y se reivindican como una zona segura. "Eso es la etiqueta que nos han colocado, pero no es así. Aquí se vive seguro", asegura Víctor, uno de los primeros pobladores de la barriada.

Los responsables de los centros más representativos (comedor social, escuela infantil y centro social) coinciden en la mejora del barrio y valoran su potencial futuro. "El problema del barrio fueron las drogas y la higiene, aquí hubo que realizar hasta campañas antipiojos. Pero esto ha cambiado mucho, y ahora yo elegiría esta zona para vivir", asevera José Antonio, responsable del comedor.

El gobierno de Elche, a través del concejal de Urbanismo, Alejandro Pérez, del PSPV, admite que "Los Palmerales es un barrio difícil" y culpa del deterioro a la "dejadez" del IVVSA. El organismo autónomico responde que en los últimos cinco años ha invertido 4,3 millones en obras de restauración, especialmente en las zonas comunes de los bloques.