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Antisistema, nacionalistas y desconfiados

Los partidos radicales avanzan en el Este de Europa impulsados por la crisis

Cristina Galindo

Si hay algún lugar en el que la extrema derecha está en alza, es en Europa del Este. Entre el 10% y el 25% de los ciudadanos de Bulgaria, Hungría, Rumania y Letonia aceptan las ideas de los partidos ultras, basadas en la xenofobia, el nacionalismo, la lucha contra el sistema, los prejuicios y el proteccionismo económico, según un estudio reciente de Political Capital, un think-tank con sede en Budapest.

"Mientras en Europa occidental el discurso de la extrema derecha está centrado en la inmigración", afirman los autores del estudio, "en el Este, está vinculado a las actitudes antisistema, la desconfianza y una escasa moral pública".

El caso más llamativo es el de Hungría, uno de los nuevos socios de la UE que ha sido más duramente golpeado por la crisis económica. El número de húngaros que tienden a aceptar las ideas más ultras, y por ello son potenciales extremistas, se ha duplicado entre 2003 y 2009, del 10% al 21%. Mientras tanto, la proporción de húngaros que están furiosos con la clase política y económica casi se ha multiplicado por cuatro entre los años 2003 y 2009 y ha pasado del 12% al 46%.

La crisis económica ha impulsado este fenómeno, pero no es la única razón. El avance de la extrema derecha se basa también en una moral pública por los suelos, 20 años después de la caída del comunismo, y el descontento con la clase política. Uno de los países de la UE en los que este hecho es más evidente es Bulgaria, que también sale mal parado en el estudio. Un 24,6% de los búlgaros ve con simpatía las ideas de la extrema derecha. Tras Bulgaria y Hungría, los países con más problemas son Rumania y Letonia (14,1% y un 11,6%, respectivamente). En cambio, otros mejoran sustancialmente, como Polonia, que en 2003 estaba a la altura de Hungría en porcentaje de potenciales extremistas y ahora se sitúa en el 6,5%.

Otra de las razones del avance de la extrema derecha, según los autores del estudio -elaborado con datos de 32 países-, es que en el Este europeo no existe tanta presión como en Europa occidental para ser políticamente correctos, por lo que un búlgaro suelen decir más abiertamente lo que realmente piensa que un danés. Eso se refleja en los sondeos electorales y, en muchos casos, en las urnas.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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