El dúo calavera
Músicos, escritores, confidentes de rockeros..., la libertina historia de los Kikes
Todo el mundo les llama "los Kikes". Si se pregunta a Siniestro Total por ellos, te dirán: "Uf, los Kikes, menudos piezas...". La respuesta de un mánager será la misma: "Uf, los Kikes...". La de un dueño de un garito, idéntica: "Uf, los Kikes...". ¿Los Pereza?, igualita: "Uf, los Kikes...". Sentados en una cafetería del distrito de Hortaleza, su barrio, no parecen tan fieros estos dos tipos. Es festivo. Afuera, los jubilados juegan a la petanca en el Parque de la Huerta de La Salud. Son las doce de la mañana. Uno de los Kikes se pide una caña. "Que me he levantado a las ocho de la mañana", se justifica. El otro Kike le imita. Urgen las presentaciones. Kike Suárez, alias Kike Babas, 40 años y dos hijos; Kike Conde, alias Turrón, 39 años, y también dos hijos. Por resumir: los Kikes (una criatura de dos cabezas, "a veces nos fundimos en un solo Kike", dicen) son unos pillos de barrio que, a base de picardía, mucho morro y una inagotable pasión por el rock, han destacado en todos los campos musicales. Como periodistas fueron los primeros en entrevistar a Robe Iniesta (ingobernable líder de Extremoduro) cuando éste paseaba con sus maquetas por los bares de Madrid; el fotógrafo Alberto García-Alix quedó seducido por su desparpajo y les ofreció escribir el primer y único libro sobre los fanzines en España: De espaldas al kiosco; Manu Chao les dijo: "Quiero que vosotros me hagáis un documental"; Rosendo les encargó su biografía; formaron un grupo de poesía punki musicada, los King Putreak; editaron el fanzine peor hecho de la historia, Buitre no come alpiste; crearon el programa de radio más golfo... Eso y mucho más son los Kikes.
Se conocieron en unos futbolines del barrio un día de pellas
Han trabajado para artistas como García-Alix, Manu Chao o Rosendo
Su carrera comenzó cuando se hacían pasar por periodistas musicales
Reconocen que ser padres les ha cambiado: viven con más reposo
Todo empezó cuando se conocieron en unos futbolines del barrio un día de pellas. "La mayoría de los chavales del instituto hablaba de fútbol. Nosotros preferíamos la música. Cogíamos un litro de cerveza, un bocata de mortadela y nos pasábamos cintas de Led Zeppelin, Leño, Neil Young o Bob Marley", recuerdan. De esa temprana época nacen sus apodos. Babas, porque seducía a las chicas con conversaciones interminables. "Pero nada de baboso. Como me las llevaba a todas me llamaban Babas", apunta el ligón. En cuanto a lo de Turrón, el origen es una tierna historia: "A mi padre le enviaban por Navidad cestas llenas de turrón. Un amigo se llevó una tableta de casa. Cuando le descubrí, se la cogí, bajé cabreado del autobús en el que íbamos y me quedé allí plantado, con la tableta en las manos, mientras mis amigos se iban en el autobús. Todos empezaron a llamarme Turrón".
Su carrera comenzó cuando se hacían pasar por periodistas musicales: "Íbamos a las compañías y pedíamos discos para un supuesto programa de radio", señalan. El programa llegó más tarde, en Radio Fortaleza, la emisora de su barrio. Enseguida crearon el fanzine Buitre no come alpiste, y llegaron sus encuentros estelares. Con Robe Iniesta, de Extremoduro, que les cambió la vida: "Quedamos con él en la Puerta del Sol. 'Llevaré una camisa de flores', nos dijo. Todavía no había sacado ningún disco. Cuando le conocimos nos dio una puñalada. Su filosofía era: quiero ser yo mismo y hacer lo que me dé la gana. Se fumaba un porro y lo decía. Eso era lo que queríamos nosotros. Desde entonces somos uña y mugre". A partir de ahí todo fue rodado: su encuentro mágico con García-Alix, su amistad con Manu Chao... "Éramos groupies de visitar camerinos. Nos colábamos en todos: el de Fito Cabrales, el de Los Enemigos, el de La Cabra Mecánica, el de Corcobado... Gorroneábamos cosa fina. Siempre éramos bien recibidos porque hablábamos su lenguaje y consumíamos las mismas sustancias", explican. Además de música devoraban la literatura beat: Kerouac, Burroughs, Bukowski... Y vestían tan macarras como Keith Richards.
Reconocen que tener hijos les ha cambiado: viven con más reposo. Dejaron el barrio por la naturaleza de la sierra madrileña, Bustarviejo. Pero siguen con una actividad frenética. Se levantan a las siete de la mañana para atender a sus retoños -los de Babas se llaman Iure, de cuatro años, y Karim, de dos; y los de Turrón, Tom (por Tom Waits), de tres años, y Nuk, de uno- se van a trabajar a la oficina de mánager de bandas como Pereza o Boikot y luego escriben y ensayan. Los dos tienen recientes libros de relatos (Días de speed a falta de rosas, de Babas; y Por el retrovisor, de Turrón) y proyectos musicales: Kike Suárez & La Desbandada (que presenta el 8 de mayo en el El Sol su disco Carta blanca) y los Turrones.
La charla con los Kikes ha terminado. Un coche de policía callejea por las estrechas avenidas del barrio de Hortaleza. Kike Turrón da un respingo. No se siente cómodo. "Me han parado tantas veces... Ahora cuando me piden la documentación me hacen sentir viejo. Es que algunos policías son muy jóvenes...". Y estalla en una sonora carcajada.
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