"Cada gol es una tortura"
Desde el saludo, la cita destila respeto. A partir de ahí, Andoni Zubizarreta y Víctor Valdés activan la conversación imparables. El lenguaje es común, consecuencia de una visión que les une: han sido porteros del Barcelona. Zubi vivió el punto de inflexión que significó la llegada de Johan Cruyff al club y Valdés ha sido protagonista activo de la sublimación de esa idea. La conversación viene lanzada.
Valdés. Muchas veces me preguntan qué pienso cuando un delantero me encara. ¡No pienso nada! Otra cosa puede ser en un penalti o una falta. Tienes a Cristiano Ronaldo delante y sabes cómo le gusta pegarle.... Lo demás casi siempre es pura reacción.
Zubizarreta. Sí, tiene mucho que ver con el trabajo acumulado, con el conocimiento.
"A la gente le encanta ver el 2-6 del clásico en el Bernabéu, pero a mí me revienta"
"Cristiano le pega de manera terrible y, para colmo, la pelota hace cosas rarísimas"
V. Es verdad. No es lo mismo jugar contra Osasuna que en Valencia, por ejemplo. Vas a Pamplona la primera vez y no sabes exactamente a qué vas. A los tres minutos sabes que cada saque de banda es un centro. Vas a San Mamés y los 15 primeros minutos son distintos a cualquier partido. A mí siempre me hacen goles en San Mamés, pero me gusta mucho. ¿Jugaste en Atocha?
Z. Ya lo creo. Un día incluso eché a un fotógrafo, Eduard Omedes, amigo mío además. Estaba detras de la portería y le dije al árbitro que le echara porque pensé que servía de referencia al lanzador. Fue gol. Era complicado jugar en Atocha con la gente tan encima.
V. Me habría gustado jugar allí. Mi padre vivió en San Sebastián y me hablaba siempre de Arkonada. Tengo Atocha mitificado por lo que él me contaba. ¿A tu padre le gustaba el fútbol?
Z. Fue portero del Escoriaza. Dice que he seguido la estirpe.
V. El mío jugó hasta juveniles. Él fue quien me vio aptitudes para jugar de portero. A mí me gustaba de jugador porque lo pasaba fatal. Siempre he tenido sensación de sufrir mucho en la portería. Pero mi padre, mi hermano, los amigos, me decían: "Sacrifícate. Duele, pero, si te esfuerzas, lo conseguirás". De niño, lo pasé mal. Hoy, lo agradezco.
Z. De niño, la impotencia es enorme. La portería es gigante y el rival siempre tiene uno grande que chuta fuerte. Y no puedes hacer nada: eres bajito. En tu caso, llevas desde los 10 años en el Barcelona. Eso lo hace increíble.
V. Tuve suerte de que Louisvan Gaal se cruzara en mi carrera. Le tengo mucho aprecio. Si no fuera por él, seguramente no estaría aquí. En el Barça, desde pequeño, ya trabajas estar avanzado. Es lo primero que te enseñan. Me he comido tarjetas rojas que no te quiero ni contar. Yo trabajé con Castells la agilidad, movimientos en la portería... Cuando llegó Van Gaal, Hoek introdujo en la cantera muchos juegos con los pies para que los porteros nos acopláramos a un sistema de circulación del balón.
Z. Viéndote, tengo la sensación de que has trabajado mucho. Con Unzue especialmente.
V. Al principio, chocábamos. A veces, no le entendía. Con los años no sólo le he entendido, sino que le he dado la razón en muchas cosas. Por ejemplo, cuando me decía que trabajara menos. Me ponía enfermo. Al día siguiente del partido, yo sólo pensaba en entrenarme, sobre todo si me habían metido algún gol. Me ha entendido de maravilla. Le debo mucho. ¿Tú a quién tenías?
Z. En el Athletic, al Chopo [Iríbar]. En el Barça me ayudaba Ángel Vilda, pero no era un especialista. Johan nos puso a entrenarnos en el rondo cuando todavía la podíamos coger con la mano. Él ya quería que jugáramos con los pies. A mí me costó mucho. Recuerdo que en una pretemporada hablaba con Vilda de tener a un especialista y Cruyff lo escuchó y dijo: "De porteros sé mucho porque en el Ajax, si se lesionaba el portero, me ponía yo". Ahí terminó la idea. Yo tuve que adaptarme a la norma cuando ya era un portero hecho.
V. En la final de Wembley, en 1992, todavía la podíais coger. El otro día vi la final. Me gusta mucho mirar partidos antiguos y, cuando veo cómo jugaba el portero, se me hace raro.
Z. Para nosotros tampoco es fácil ver a los nuevos. Ahora parece que salís menos. Pero es que el fútbol ha cambiado desde el balón. La gente no sabe lo que es jugar con estos balones.
V. Sólo el que ha sido portero sabe cómo se ve todo ahí abajo. La visión desde la portería es diferente a lo que se ve por la tele. Por eso no me gusta ver los fallos en vídeo. Me restan autoestima, no me aportan nada. Yo he visto otra jugada, no la que sale por la tele. El fútbol no es a cámara lenta. Las percepciones son muy distintas. Es diferente de cuando lo vives a cuando lo ves.
Z. Iríbar siempre me decía: "Una cosa es lo que yo te diga y otra lo que tu ves".
V. Claro, es eso. Se te pone CR delante a tirar una falta: sabes cómo le pega, tienes una información, pero... luego la pelota hace unos extraños que no veas. Y el que está ahí eres tú. Por ejemplo, la primera jugada de la final de Roma. De entrada, llevas toda la semana hablando de no hacer faltas y al minuto la primera. ¿Qué haces? Primero, tienes una sensación de peligro inmensa. Cristiano le pega a la pelota de manera complicadísima para el portero.
Z. Luego, empiezas a tomar decisiones: la barrera.
V. Soy de los que piensa que la barrera sólo molesta un poco al tirador. Prefiero ver la pelota, me da más confianza. Además, como siempre la intento blocar... A veces no debería, pero cuando lo sabes ya es tarde. Son décimas de segundo. Y te sientes idiota por haberte equivocado.
Z. Yo creo que eso es bueno. Por arriba también tratas siempre de cogerla, es bueno.
V. Me da seguridad blocar; por arriba, no confío en sacar los puños. Me arriesgo a cogerla por seguridad. He cometido errores, claro, pero es mejor eso que esperar el remate o despejar.
Z. En el fondo, debes acertar con la primera decisión.
V. Claro. Si te equivocas, te quedas pensando: "Seré imbécil, ¿por qué no despejo o por qué me muevo?' Por ejemplo, en el Calderón, con Simão. Sabía que tiene varias opciones al sacar la falta y pensé que me la mandaba por encima de la barrera. La vi salir y... ya no llegaba. Era tarde.
Z. Tengo la sensación de que trabajas mucho, incluso cuando atacáis. Estás más preparado para prevenir que para intervenir.
V. Por nuestra manera de jugar, tengo que participar en el juego siempre. Y tener al equipo atento. Nos ponemos 3-0 y se va Alves, se va Piqué... A mí no me gusta que me metan un gol ni cuando ganamos ni cuando metemos seis en el Bernabéu. La gente ve ese resultado, 2-6, y llora de emoción. Yo lo veo y no me gusta. No me gusta ver ese dos ahí. Los goles son una tortura. Me da mal rollo. Siempre pienso que pude hacer más.
Z. Pues imagínate qué debe de pensar Iker [Casillas].
V. Me supo mal por él, de verdad. Cuando ganamos por goleda, siempre me pongo en la piel del otro portero. Imagínate, si a mí me meten dos y me da un disgusto, cómo debía de estar Iker aquel día, en su casa...
Z. El Bernabéu siempre me ha gustado. Yo he jugado en el Bernabéu con porterías con las barras redondas, como las de Salamanca.
V. A mí, también, aunque siempre sé que voy a tener mucho trabajo. Siempre. He ganado tres veces: la primera con Frank Rijkaard: 1-2, 0-3 y 2-6. Lo del año pasado fue maravilloso, pero vuelvo a lo de antes; el dos me amarga el recuerdo. El clásico es una tremenda exigencia y me motiva jugar contra los mejores
Z. ¿Trabajas de manera especial un partido en el Bernabéu?
V. Hombre, trabajas cuando puedes, en función de lo que intuyes. Por ejemplo, después de Roma, trabajamos con Unzue la posición, mucho, porque, tras chocar con el coreano, me hice daño y jugué más adelantado porque perdí capacidad de reacción. Lo hablé con Unzue. Ahora lo recordamos dependiendo del rival. A mí me gusta visualizar antes el partido. Mur me decía siempre que pensar durante la semana ayuda a que en el campo te anticipes mejor.
Z. Mur es la típica persona que hace grande la institución. Como Naval, Chema... Siempre me dijo que me parecía mucho al Chopo.
V. Le he visto en un par de resúmenes, sólo. Según cuentas en tu libro, apenas le viste un par de partidos.
Z. Tres veces, pero leía los periódicos y me lo imaginaba. En San Mamés le vi dos veces, contra el Valencia. Un día en San Mamés que íbamos 5-1 contra el Valencia de Rep y terminamos 5-4. Al año siguiente, también contra el Valencia, 1-1. Pero siempre fue mi ídolo. La primera vez que le vi fue en una final de Copa.
V. Un partido fantástico.
Z. Me he preguntado mucho cómo asumiste no haber jugado la Copa el año pasado.
V. Parto de una base: nunca me he sentido titular. Y, además, he tenido compañeros extraordinarios: Pepe Reina, Rustu, Enke, Bonano, Pinto... He tenido al lado compañeros que han trabajado muchísimo y, si he jugado yo, siempre he creído que ellos también lo merecían. Era una sensación muy rara: estaba en el hotel y notaba que no era lo mismo, que no me metía igual en el partido. Y en el banquillo pensaba: '¡Cómo me toque salir ahora!' Pero estoy seguro de que me habría metido en el partido en un minuto.
Z. Y lo de la selección ¿cómo lo llevas?
V. Me molesta bastante este ruido, la verdad. Tengo mucho respeto por el seleccionador y mucho respeto por mis compañeros. Lo que más me molesta es que digan que tengo que ir a la selección por lo que he ganado. Pues no. Si algún día voy a la selección, que sea por mis méritos, no por lo que he ganado. Están Iker, Reina, Diego López... Pero, además, en este país hay excelentes porteros que, como yo, tampoco van: Palop, Iraizoz, Aranzubia... Para mí, sería una grata sopresa que me llamaran porque no he ido nunca. Me encantaría. Pero, si eso ocurre, que sea por mis méritos, no porque juego en el Barcelona y gano títulos. La verdad, el debate me disgusta.
EL PAÍS. Hay quien cree que tiene un problema con Reina.
V. Es mentira. Yo he tenido la gran suerte de ser compañero de Pepe durante muchos años. Nos separamos de juveniles y siempre he tenido un trato de muchísimo respeto. Me parece un buen tipo y un porterazo.
Z. ¿Qué te gusta de Iker?
V. Yo destacaría la tranquilidad que tiene para afrontar jugadas que para otros porteros tienen un grado de dificultad enorme. Él responde de una manera exageradamente natural ante la mayor exigencia. Es un portento. Tiene unas cualidades naturales impresionantes.
Z. En ese sentido, soís parecidos. Parece que lo hacéis muy fácil. Es como cuando se gira Iniesta entre tres y sale con la pelota. Por cierto, Iker cambia mucho el color de la camiseta y tú también. ¿Por qué?
V. Por un lado, soy supersticioso. No me gusta repetir color si perdemos. Ha llegado un punto en que manda el árbitro, que está pendiente de unas tonterías... Por ejemplo, no puedo jugar con el mismo color que el portero rival por si nos confundimos. ¿Pero cuándo nos vamos a confundir si sólo le veo al darle la mano en el centro del campo? El esparadrapo en la Champions no te lo permiten, la media tiene que tener el mismo color... ¡No te dejan fijar las medias en la espinillera con un esparadrapo que sea de un color diferente al calcetín. Es muy fuerte.
Z. ¿Te ha pasado por la cabeza ganar la Liga y la Champions otra vez?
V. Me conformo con ganar el próximo partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.