La revolución 'jipi'
A mediados del siglo pasado surgió una contracultura atrevida y antibelicista, creativa y artísticamente prolífera. Su estilo, lleno de colorido, estaba inspirado en lo psicodélico (del griego: alma evidente, manifiesta) y se plasmaba en la moda, las artes gráficas y la música, sobre todo en la música, la primera y más abstracta de las artes.
Sin espíritu de lucha, manifestaron una serie de protestas radicales contra el sistema. De forma espontánea denunciaron el materialismo, el conformismo, la masificación, la burocracia, las normas y las prohibiciones.
Despreciaron los valores dominantes: la propiedad, el trabajo, el dinero y la familia. Ignoraron la competencia, el orgullo, las diferencias de clase, las ideologías, y cualquier tipo de segregación o discriminación. La libertad más absoluta fue su modo de entender la existencia. Nunca se aferraron a la vida. Declararon su apego e incondicional respeto a la naturaleza, y lucharon contra la guerra promulgando y haciendo el amor. Muy rápido, se extendieron por los cinco continentes.
Con los errores, el tiempo y los avatares del destino, mutó el brillo de su frescura a una perniciosa triste decadencia. Los lobos y buitres al acecho los denostaron y se apropiaron de la autoría de algunas de sus proclamas; otras, simplemente, las borraron. Hasta su grafía perderá en breve su identidad, cambiando hippy por el más académico y jocoso jipi.
