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El PP exigirá consejerías a CiU para un pacto de Gobierno en Cataluña

Los populares quieren aplicar ya su nueva estrategia de llegar a acuerdos con todos

Carlos E. Cué

El PP vive su mejor momento político desde que Mariano Rajoy perdió sus segundas elecciones en 2008. Los populares están cada vez más convencidos de que el camino hacia La Moncloa está ya marcado y es imparable. Pero antes de ese paso definitivo hay varios escalones clave: las elecciones catalanas, en octubre, y las municipales y la mayoría de las autonómicas, en mayo de 2011. El equipo de Rajoy está concentrando ya todas sus estrategias en la primera prueba. Y, tanto en el PP catalán como en Génova, después de varias conversaciones y reflexiones internas, se ha llegado a la misma conclusión.

Hay una posibilidad clara de gobernar en Cataluña, en un pacto con CiU, según señalan las encuestas. Pero esta vez, se conjuran tanto Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán, como Rajoy para que no ocurra como en el País Vasco. "Ya está bien de dar las cosas gratis", sentencian fuentes de la dirección. Antonio Basagoiti ofrece un sólido apoyo al PSE sin pedir nada a cambio, esto es, sin tener consejeros en su Gobierno. Pero Sánchez Camacho sí quiere estar en ese posible Ejecutivo con CiU. Y cuenta para ello con el apoyo de su líder.

Rajoy buscará acuerdos, pero pidiendo siempre algo a cambio
El líder también se sorprendió de que Güemes vaya a dejar la política

Al PP le interesa muchísimo estar en el poder en Cataluña. Pese a que eso le acarreará problemas internos y críticas, especialmente mediáticas, del sector más antinacionalista de la derecha, el mismo que acusó a Rajoy de traicionar los principios y valores del PP en el congreso de Valencia, los estrategas de Génova están absolutamente convencidos de que para ganar las generales en 2012 hay dos cosas imprescindibles.

Por un lado, normalizar su situación política y su imagen en el País Vasco y Cataluña, dos comunidades donde el PP es minoritario y, sobre todo, donde hay una gran presencia de voto anti-PP, que se moviliza sólo contra este partido. Rajoy sigue convencido de que en 2008 perdió en gran parte por ese voto anti-PP. Y, por otra parte, creen que para ampliar espacio por el centro y arrebatar votos al PSOE, como sucedió en 2000, cuando tuvo la mayoría absoluta, es imprescindible lanzar a la ciudadanía la idea de que el nuevo PP puede pactar con cualquiera en toda España, excepto con Batasuna.

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La idea de un PP que pacta con el PSE en el País Vasco, con Coalición Canaria en las islas, con CiU en Cataluña y obtiene en el Congreso el apoyo de grupos como ERC o IU-ICV -sucedió esta semana con el IVA- es un sueño para Rajoy, según su entorno.

El líder del PP cree que ese tipo de política -que provocó en 2008 la espantada de María San Gil y José Antonio Ortega Lara y duras críticas de Jaime Mayor, por ejemplo- es la correcta. Pero, sobre todo ahora, que se siente fuerte por las encuestas y la victoria en las elecciones gallegas y europeas de 2009. Por eso ha decidido aguantar sin problemas las críticas de su electorado más antinacionalista.

"En España hay un millón de ultras en cada lado, a derecha e izquierda, que hacen mucho ruido. Pero el resto de la gente está en otra cosa, y entiende el discurso moderado. Dar gritos ya no sirve para nada", sentencian fuentes de la dirección.

Rajoy, que concluyó ayer su viaje a Colombia con una visita en Cartagena de Indias a un proyecto de cooperación para ayudar a madres solteras menores, de hasta 12 años, promovido por Humanismo y Libertad y financiado por el Ayuntamiento de Madrid, concentra también sus esfuerzos actuales en pacificar al partido.

Ha lanzado mensajes a algunos diputados veteranos muy escépticos con su forma de llevar la oposición y, sobre todo, con su decisión de marcar un perfil bajo a su línea política, y ha desplegado una estrategia de acercamiento a Esperanza Aguirre, su gran rival interna. Ya han realizado cuatro actos conjuntos en dos meses, con frecuentes piropos mutuos.

En ese contexto, para Rajoy también fue una sorpresa el abandono de Juan José Güemes, un hombre que él trataba de utilizar de gancho entre el aguirrismo y el marianismo, y al que aupó a la dirección nacional, expulsando de ella a Ignacio González, mano derecha de Aguirre.

Güemes se reunió el miércoles con Rajoy para explicarle sus motivos, un día antes de dar a conocer la noticia. El líder se quedó tan sorprendido como todos, y aunque nadie acaba de creerse del todo el asunto de los motivos personales -se va a trabajar al Instituto de Empresa- en un político tan joven y con tantas buenas perspectivas, nadie es capaz tampoco de ofrecer otra versión.

Güemes fue uno de los protagonistas del congreso de Valencia en 2008 porque fue uno de los pocos aguirristas (con Alfredo Prada y Manuel Lamela) que se acercó a Rajoy. Los tres están ya fuera del Gobierno de Aguirre. Güemes pensó entonces que su jefa le quería en la dirección nacional por una conversación ambigua que tuvieron. Y pidió a su suegro, Carlos Fabra, factotum del PP de Castellón investigado por fraude fiscal y tráfico de influencias, que mediara ante Rajoy por él. Fabra lo hizo y el líder le colocó.

Aguirre, por el contrario, quería poner allí a González y Francisco Granados. Rajoy se negó, y Güemes y Prada ocuparon el puesto de González y Granados. "Perdona, presidenta, creyéndome elegido por ti, desplegué todos mis encantos", le dijo él para justificarse. Su jefa le perdonó. A pesar de todo, dada la buena relación que tiene con Rajoy, nadie descarta que el líder pueda recuperarlo en un futuro si gana en 2012.

Mariano Rajoy,  en las instalaciones de un proyecto de ayuda para madres adolescentes en Cartegena (Colombia) el pasado viernes.
Mariano Rajoy, en las instalaciones de un proyecto de ayuda para madres adolescentes en Cartegena (Colombia) el pasado viernes.EFE

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