Una falla escolar integradora
Un colegio de Mislata, con más del 75% de alumnado inmigrante, planta una falla teatral para fomentar la convivencia en el centro
Desde estas mismas páginas Pablo Ferri reseñaba la iniciativa de una falla, que comprometida con su entorno social, había conseguido enrolar a otras tantas para donar alimentos a la Casa de la Caridad de Valencia. Esta historia se asemeja bastante, sólo que la acción parte aquí de una pequeña escuela de la periferia.
El colegio Santa Cruz de Mislata quemó el lunes su falla escolar. Como tantas otras plantadas en las escuelas, ésta fomenta la creatividad plástica de los niños al ser confeccionada por ellos, pero además estimula la convivencia entre un alumnado muy plural ya que más del 75% de los matriculados es inmigrante. ¿Y cómo? A través de una falla que conjuga las artes plásticas con el mimo y la expresión corporal.
La falla conjuga artes plásticas con expresión corporal
180 niños de 40 nacionalidades realizan su papel de 'ninots'
Entre la escenografía de cartón, 180 niños procedentes de 40 nacionalidades distintas aparecían metidos en su papel de ninots, petardos y hasta llamas escenificando el ineludible ritual del fuego. Entre bambalinas falleras desfilaba un auténtico crisol cultural a cargo de los más pequeños: niños saharauis que veían las Fallas por primera vez; niños colombianos que se expresaba en valenciano ante sus orgullosas familias, o dos hermanos de Mongolia que se estrenaban en el arte de la declamación.
"A través de la Falla Viva estamos haciendo escuela, porque contribuimos a relacionar todavía más a estudiantes de todas las edades y nacionalidades, y además somos permeables a la realidad social del barrio, al que hacemos partícipe con una actividad planteada en la calle", señala Miquel Ruiz, jefe de estudios de un centro marcado por el entorno más inmediato. Desde que hace 20 años se creara el CAR (Centro de Acogida al Refugiado), este colegio se ha convertido también en el lugar de escolarización de las familias residentes.
La falla, que versaba sobre una rondalla valenciana en la que un príncipe derrota a un gigante, ardió como todas, pero la pequeña escuela de barrio salió victoriosa como el aguerrido protagonista, al vencer la colosal batalla que supone la integración en la sociedad y en el barrio que la acoge.
El colegio Santa Cruz, catalogado como un Centro de Actuación Educativa Preferente, se ha visto obligado a realizar un importante esfuerzo para gestionar este Babel escolar que reúne más de 400 estudiantes. Una labor por fomentar la integración del alumnado que ha recibido varios reconocimientos. El proyecto de la Falla Viva, que ha contado con el apoyo de un equipo externo integrado por el director teatral Miquel Arnau y la artista Patricia Casado, participa en el programa experimental Educarte, promovido por la Consejería de Educación para que los centros con necesidades de compensación realicen proyectos de innovación a través de la formación artística.
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