Enemigos y rivales
Llega el Real Madrid a Valladolid tras un viaje en el que más de uno pudo reflexionar sobre lo sucedido en la semana. Al menos, es lo que me pasaba a mí, que aquellos viajes en autobús (no más de tres horas, por favor) me servían para mirar el paisaje sin ver nada más que el repaso de las noticias de la semana, de las buenas, de las malas y hasta de las que habían sido realidad.
Llega el Real Madrid y la única obsesión es observar quién baja junto a quién, quién camina junto a quién, quién bromea con quién o si, por el contrario, nadie bromea. Y de cada imagen parcial pretendemos sacar conclusiones definitivas que van más allá de lo que la foto muestra. Ya todos nos hemos convertido en analistas expertos de miradas, gestos y del lenguaje leído en los labios de aquéllos que se alejan de nosotros.
Los gestos se han convertido en tan importantes como los hechos o, mejor dicho, se han convertido en los hechos
La investigación se mantiene en el calentamiento, en el partido, en el pospartido, en la rueda de prensa, en los saludos, en los abrazos y en la ausencia de todos ellos. De tal forma que los gestos se han convertido en tan importantes como los hechos o, mejor dicho, los gestos se han convertido en los hechos. Así nos acercamos a la sabiduría del aldeano de Okendo que sentenciaba: "Podría ser cierto... y no haber ocurrido".
Si lo quieren ver en otro sitio más alejado de las emociones futboleras, miremos a la fórmula 1, que acaba de comenzar. Victoria de Alonso y más de dos buscando si saludaba a Massa, si Hamilton se acercaba a saludarle; si el champán se vertía sobre su compañero de escudería, sobre el rival, sobre el jefe de equipo (ya se sabe que el jeque que entregaba el premio era intocable). Y acabamos de comenzar el espectáculo. ¿Cuánto tiempo le damos para que surja la polémica de quién está siendo favorecido por la escudería, quién cuenta con mejores apoyos en las altas instancias de la FIA? Ya lo decía Alonso en la rueda de prensa posterior a la carrera: "Massa es mi rival, no mi enemigo".
Y a algunos les habrá sonado a que ambas palabras son sinónimas, iguales, idénticas. Rival, enemigo, ¿qué más da? Ya que estamos en tiempos de letras, nos vamos al diccionario de la RAE y leemos: "Rival: Dicho de una persona: que compite con otra, pugnando por obtener una misma cosa o por superar a aquélla". Por otro lado, buscamos enemigo y dice: "Persona que tiene mala voluntad a otra y le desea o hace mal".
Y, leído con generosidad, entiendo que uno puede tener a su primer rival en su propio equipo, en sus propios compañeros, ya que, mientras no se demuestre lo contrario, lo que hace un jugador entre semana es competir para estar en el once inicial, pugnar por un puesto en la alineación inicial, superar a tu compañero para que sea él quien se quede en el banquillo. Ya no les digo nada cuando lo que está en juego es la posibilidad de ser campeón del mundo como en el caso de Alonso.
Y en un equipo lo que resuelve la cuestión de las prioridades es el bien común de todos ellos, eso que diríamos el logro colectivo, eso que definiríamos como que el equipo está por encima de las individualidades
En cuanto a los enemigos, está claro que no se trata de los que buscan el mismo logro que nosotros y los nuestros. Serían, más bien, aquéllos que acercan la palabra victoria a la de humillación, destrucción, eliminación. Si existen, mejor que lleven camiseta diferente de la nuestra por nuestro bien... y para tenerlos bien localizados.
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