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Aquí no huele a pólvora

Una guía diferente para quienes huyen en Valencia del ambiente fallero

La ciudad de Valencia se está transformando. Oficialmente, todo empezó la pasada madrugada con la plantà. Las cenas en los casales, el jaleo y la música comercial por doquier llenan las calles. Pero si, en vez de dedicarse a mirar ninots y acudir a verbenas populares lo que busca es un ambiente completamente diferente, la ciudad ofrece otra clase de alternativas. Hoy mismo tiene dos opciones para ir contracorriente: un buen rato de bulerías o la gay parade fallera.

Hace diez años que Radio City (calle de Santa Teresa, 19), programa, cada martes del año, su espectáculo de flamenco. Es el único que se salva de la parrilla durante esta semana de Fallas en la ciudad de Valencia. Con un ambiente más joven e internacional de lo habitual, sobresalen entre los espectadores las cabezas rubias de los estudiantes Erasmus, Amaro Carmona (cante), José Antonio (toque), Chicho (cajón) y la bailaora valenciana Esther Garcés regalarán al público hora y media de espectáculo. Después del zapateo, música pop, indie y hip hop de vanguardia. Si no les gusta lo comercial, basta con llegar con el tiempo suficiente para encontrar un buen sitio. La alternativa más atrevida es la de Deseo 54 (calle Pepita, 15). Para los hombres. Para las mujeres. Para aquellos que busquen la otra noche valenciana. Durante cinco días (del 16 al 20 de marzo) heterosexuales, gays, lesbianas, transexuales y bisexuales tienen una cita con el Fallas Festival, un recorrido por los mejores disco pubs de ambiente de Valencia. El local principal será la discoteca Deseo 54, sin embargo, cada noche habrá una pre party en un sitio diferente.

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Entre tanto concierto y espectáculo se despierta el hambre, y Joaquín Schmidt (calle Visitación, 7), tiene su restaurante abierto para los primeros 30 que llamen al timbre. "Buenas tardes, ¿Cuánta hambre tiene? ¿Poco? ¿Normal? ¿Mucho?". No tenga preferencias, porque una vez sentado en la mesa no sabrá qué va a comer, no hay opción, lo que diga el cocinero. Lo único que se le pregunta al cliente es si está hambriento y si tiene alergias. Una vez esto esté decidido, todo dependerá de qué haya comprado el cocinero esa misma mañana en Mercado Central de Valencia. Y es que Schmidt juega con una filosofía, "dar a los clientes lo mejor, como si fueran tus amigos". A tener en cuenta: no tienen Coca-Cola, pero sí hay aparcamiento.

Diviértase en Sofoko (calle de Ribalta, 6), una de las tiendas más coloristas de la ciudad. Sentirse fallero, sin llevar el tradicional (y aburrido) blusón es posible con los originales diseños de sus camisetas con frases como Senyor pirotècnic pot començar la mascletà, Orxata busca fartó pa Falles o Lo admito, soy fallero. Si lo que quiere es customizar sus prendas, puede encontrar un surtido poco ortodoxo de chapas con las caras de los políticos valencianos. La de Rita Barberá montada en un Ferrari no tiene desperdicio.

Pasan los días, y afuera todo sigue igual. Si quiere ser irlandés por unas horas basta con pasarse, una noche más, por El Loco Club. El miércoles celebran Saint Patrick's, la fiesta nacional de Irlanda. Vístase de verde y tararee Beautiful Day. El grupo tributo a U2, Spy Planet, pondrá el resto. Dicen que habrá mucha cerveza.

La cultura también tiene un hueco en estos días. Reunidos en una misma exposición, artistas como Antoni Tàpies y Guillermo Kuitca hacen una disertación sobre la cama, el lugar favorito de la mayoría de los mortales. La Sala Parpalló (calle Alboraia, 5) acoge, en la muestra A piel de cama. Miradas sobre un espacio cotidiano, pinturas, esculturas, instalaciones y fotografías del lecho desde un punto de vista diferente del habitual. No es sólo el lugar donde dormimos, también representa el amor, la enfermedad, el sexo o los sueños.

Soul Against Fallas se presentan como la alternativa a las verbenas aunque no tocan música en directo. Una tropa de pinchadiscos de nivel y coleccionistas de singles de vinilo originales pondrán las notas de soul que durante esta semana poco suenan en Valencia. El colectivo que prefiere la música de los sesenta a los hits del verano, estará el próximo 18 de marzo en el Swan Club (calle Joan Giner, 15). Dedicado a la gente que busca algo más.

Abierto de siete y media de la mañana a doce y media de la noche, El bar de los montaditos gratis (Avenida de Valladolid, 24) es un buen local al que acercarse a cualquier hora del día. Y sí, se llama así por algo. Poco usual en Valencia, este bar infectado de universitarios sin dinero en los bolsillos, sirve con cada consumición una suculenta tapa sin cargo para el consumidor. Mini hamburguesas, bravas, ensaladilla rusa o incluso montaditos de solomillo son algunos de los platos que salen de la cocina. Por un euro con treinta que vale el quinto de cerveza, o uno con cincuenta el tercio, un ejército de 20 camareros le dará de comer por muy poco.

Recupere el tiempo perdido. Ideal para aquellos que en su día no tuvieron tiempo para ir al cine, o dinero, la sala de proyección Studio d'Or (calle de Almirante Cadalso, 31) no es como el resto. Es antigua, melancólica, un poco underground y una de las primeras que se abrieron en la ciudad. Y no tiene películas de estreno, sino de reestreno y de autor. Con precios de tres euros los días de entre semana -dos y medio el martes, día del espectador, o presentando el Carnet Jove o de jubilado-, y cuatro euros el resto, es más que apetecible. Además, la cena o la merienda son gratis, basta con llevarse un bocadillo. La casa lo permite.

Porque los niños son los únicos que no descansan después de cinco días frenéticos, qué mejor que una propuesta cultural para el sábado. El Lobo Feroz (en El Teatret, calle Doctor Zamenhoff, 45) cuenta la historia de este animal que, cansado de ser siempre el malo de las historias infantiles, decide cambiar de oficio para dedicarse a contar cuentos como el de Caperucita Roja, Los Tres Cerditos y La Cabrita del Señor Seguin. Además de la narración, habrá marionetas y sombras. ¿Había o no cosas que hacer?

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