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JUAN JORDANO | Director general corporativo de Eulen | Carreras & capital humano | nombres propios

Un arquitecto del grupo de servicios

David Álvarez, el presidente y fundador del grupo de servicios Eulen, ha tomado su primera decisión de calado tras disolver en junta extraordinaria judicial el consejo de la empresa y convertirse en adminitrador tras expulsar a cinco de sus siete hijos del consejo. Ha nombrado director general corporativo a Juan Jordano, un cordobés de 57 años que fue, entre 1983 y 1994, un colaborador directo de él y que se sabe las tripas y la cocina del grupo como pocos. Se conocieron en 1982, en Bilbao, donde Eulen tiene su sede social. Jordano era profesor de la Universidad Comercial de Deusto y David Álvarez le pidió la valoración de Bodegas Vega Sicilia que quería comprar. Hubo química entre los dos, y Jordano se convierte en uno de los principales colaboradores de este empresario leonés con pedigrí de emprendedor y que acaba de cumplir 83 años.

Trabajó entre 1983 y 1994 con David Álvarez y se conoce las tripas del grupo

Jordano, corbobés ejerciente, instruido, de verbo fácil y dotes de comunicador, se licencia por Deusto y hace carrera como profesor por su claro perfil pedagógicos hasta 1983. Coincide como profesor con Luis Abril, antes de que éste se fuera con Pedro Toledo al antiguo Banco de Vizcaya, y ejerce la docencia económica en la vieja universidad comercial. Desde 1983 a 1994 trabaja en Eulen codo con codo con David Álvarez en el desarrollo de un grupo de servicios que es complejo y que le permite conocer los pliegues de un crecimiento difícil y laborioso por ser intensivo en mano de obra. Entre 1994 y 2005 trabaja en Europac, sociedad de cartonajes que desarrolló y que sacó a Bolsa. Aún es consejero de esta empresa en la actualidad.

En 2005 vuelve a El Enebro, la sociedad instrumental de la familia Álvarez. En esta empresa estalló también la crisis familiar el pasado mes de enero al expulsar los cinco hijos disidentes al padre. Jordano, casado y con dos hijas, se ha visto en medio de la disputa familiar y, pese a que mantiene buena relación con las dos partes, ha tenido que optar por una de ellas por lo que califica de sentido de la justicia.

Gran nadador, poco interesado por el fútbol y con escasa atracción por el cine, Jordano se califica como un manitas y arregla los enchufes y derivados domésticos con gran placer. Antes que la lectura obligada, le apasiona desmontar y montar viejos cacharros, como una moto y un coche antiguos que posee. Ha recorrido Europa en moto y ahora se propone descubrir Nueva Zelanda.

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