"Cuando la mafia hace negocios se vuelve invisible"
Pietro Grasso (Licata, Sicilia, 1945), fiscal nacional antimafia, transmite un optimismo comedido sobre el principio del fin de la mayor lacra que sufre Italia. O al menos de sus lucrativos negocios, que mueven la friolera de 130.000 millones de euros cada año en todo el mundo, incluida España y su Costa del Sol, refugio privilegiado para muchos mafiosos. Para ello esgrime con firmeza cifras del flanco que más les duele: las incautaciones del patrimonio procedente del dinero negro. Si durante la última década se confiscaron bienes mafiosos por 10.000 millones de euros, sólo en 2008 y 2009, el Estado italiano se ha apropiado de un patrimonio valorado en 5.000 millones.
"Es fácil sustituir a un mafioso mientras está en la cárcel, pero es mucho más difícil sustituir sus bienes. Nuestra prioridad es la campaña para incautar el capital mafioso".
La globalización y la tecnología favorecen al crimen internacional
La mafia ha sido vencida en el plano militar, ahora toca el económico
Grasso ha consagrado su carrera a la lucha contra la mafia y su mayor éxito fue la captura en Corleone (Sicilia) del mítico Bernardo Provenzano, fugitivo desde 1963. Ahora dirige una élite de 20 fiscales que coordinan las investigaciones y cruzan los datos, las confesiones de arrepentidos y los informes bancarios para armar el rompecabezas de las cuatro grandes bandas italianas (Camorra, Cosa Nostra, 'Ndrangheta y Sacra Corona Unita) y sus conexiones internacionales. Es el número uno de un ejército de jueces, fiscales y policías que persigue acabar con décadas de corrupción y sangre que acumula 3.600 muertos desde 1979 sólo ejecutados por la Camorra. Esta semana ha acudido a Granada para impartir una conferencia en el Aula Luis Portero, invitado por la Fiscalía Superior de Andalucia.
Grasso, elegante y discreto, mira fijamente a los ojos para explicar las mayúsculas de una guerra que su bando, el Estado, libra en cada vez más sofisticados campos de batalla, entre ellos los paraísos fiscales. La letra pequeña son las vendettas, la crueldad extrema de los sicarios y su último negocio al abrigo de la crisis: los préstamos usurarios que 180.000 comerciantes reciben en metálico y bolsas de plástico.
El fiscal considera que la mafia ha sido vencida "sobre todo en el plano militar" gracias a los valiosos testimonios de los arrepentidos, que han contado las tripas de las implacables organizaciones. Ahora es necesario atacar su vertiente económica y empresarial.
España ha sido un refugio tradicional de los mafiosos debido a la facilidad del lenguaje, la cercanía y las colonias italianas repartidas por la costa mediterránea entre Barcelona y Marbella. El ultimo detenido, Ciro Figaro, jefe de la Camorra, tenía secuestrado al hijo de un capo rival.
Sin embargo, el fin del santuario iniciado durante los años noventa, se acelera. En 2009 la policía española detuvo a diez capos mafiosos en España, mientras que entre 2000 y 2008 cayeron 36. "En España parece que no hay mafia, pero luego vemos que existen mafiosos de la Camorra y la emergente 'Ndrangheta escondidos. Cuando la mafia hace negocios se vuelve invisible y hace todo lo posible por pasar inadvertida. Por lo tanto, para combatir este fenómeno hace falta que sea visible a la opinión pública, que se cometan homicidios y se genere una alarma social". E insiste: "No basta con lo que yo digo. La gente no cree mi palabra, necesita hechos".
La cocaína y la heroína representan su negocio internacional más lucrativo, pero la evasión fiscal, el tráfico de armas y de personas también les reportan grandes beneficios. Como ejemplo, Grasso recuerda cómo hace años una investigación reveló las conexiones que cruzaban el Atlántico desde Colombia a Italia. Las FARC proporcionaba cocaína a ETA, ésta se la facilitaba a la Camorra a cambio de armas y explosivos que los italianos habían obtenido de las bandas criminales de Europa del Este.
La globalización y la tecnología favorecen al crimen internacional, cuyas bandas van un paso por delante de la justicia, pendiente aún de ser engrasada.
Grasso explica parte de su éxito en la lucha contra la mafia: "El endurecimiento de las condiciones de vida en las cárceles para no permitir que los jefes den órdenes desde la prisión; un sistema de protección eficaz a los arrepentidos para romper la ley del silencio y, sobre todo, la defensa legal y poderes que otorgó el Parlamento para intervenir los bienes de manera preventiva".
El fiscal concluye y desmitifica el llamado "sistema": "No es ni una mafia misteriosa ni una enfermedad incurable. Ha matado policías, curas, periodistas, mujeres y niños. Y está compuesta de hombres que tiene relaciones con la economía y la política".
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