Alfredo
Recuerdo, y de esto hace ya algunos años, una anécdota que escuché sobre uno de los debates que se dieron en el Congreso durante la República. Un diputado de la derecha, para descalificar las ideas y el programa de uno de sus oponentes, dijo: "¿Qué se puede esperar de una persona que usa calzoncillos de seda?". A la derecha más conservadora le gustaba destacar matices personales para destruir la imagen del adversario. Aquel diputado, al que se le atribuía esta prenda en aquellos tiempos, concluida la intervención, pidió la palabra y contestó: "Qué indiscreta es su señora". Esta anécdota me ha venido a la memoria con motivo de que no volverá a presentarse como candidato a la alcaldía de Sevilla Alfredo Sánchez Monteseirín.
En pocas ocasiones he conocido un desprecio, una deslealtad y una actuación más repugnante que la que se ha llevado a cabo contra esta persona, contra este alcalde y contra la voluntad de los sevillanos y de Sevilla. No voy a destacar los logros que se han alcanzado durante su gestión. Han sido muchos. Tampoco sus fracasos ni sus errores, que también los ha tenido. No se trata de decir que Sevilla, durante su mandato, ha experimentado el mayor cambio de los últimos 50 años. Cada uno destacará lo que más convenga a sus intereses. Sin embargo, jamás he visto una actuación más despiadada contra una persona por el hecho de ser alcalde y representar a un grupo político.
Los intentos de penalizar sus actuaciones. Primero, algunos dirigentes del PP, tratando de llevarle a los tribunales en el tema de las facturas falsas; después, en el de Mercasevilla; y, el Partido Andalucista, que sólo es conocido en esta tierra por la frase de Pedro Pacheco de "la Justicia es un cachondeo", han sido parte de los protagonistas de la actuación contra una persona a la que no le recuerdo un mal gesto ni una mala expresión frente a todos aquellos que han pretendido hundirle personalmente.
Y casi lo han conseguido. El alcalde que ha gobernado durante más tiempo en Sevilla se marcha. No se va a presentar. Se despide y lo hace por carta. Dice que lo hace por Sevilla, por los ciudadanos y por respeto a su partido. También dice que no sabe cuándo se irá. Es su respuesta. La respuesta de una persona que ha sabido y sabe estar a las duras y a las maduras.
De ahí que, si antes no era decente tratarle como a un delincuente aprovechando la impunidad que da el pico político, que a veces habla por boca de asno, ahora lo es menos. No es honesto seguir con tantos reproches e inventando -una vez tras otra- responsabilidades penales. No es decente, como he escuchado a la derecha más conservadora y mediática, seguir embistiendo sin miramientos y con rabia contra quien representa a Sevilla. Ya ha dicho que no se presenta. Ya se ha conseguido. Respetemos su persona, el tiempo que ha representado a la capital de Andalucía y el tiempo que entienda debe continuar. No se siga intentando desgastar la dignidad de una persona a la que muchos creemos honesta, aunque algunos de sus actos de gobierno no los consideremos acertados.
En fin, alcalde, ya sabemos. No repites como candidato. Tampoco sabemos quién ocupará la candidatura ni si será capaz de lograr revalidar el gobierno del PSOE en las próximas elecciones. Menos aún si lo logra como tú lo has logrado en tres ocasiones, si estará a la cabeza otros 12 años. Tampoco si será capaz de continuar el proyecto de hacer más grande Sevilla como otras ciudades europeas lo son o se encerrará en sus cofradías. El tiempo, como tantas veces, pondrá a cada uno y a cada una en su sitio. Con tu marcha, después de todo lo que has tenido que aguantar, has hecho como aquel congresista. Tu carta ha sido una forma de decirles que sus manifestaciones han sido tan falsas, despreciables y canallescas como la descalificación que hacía aquel diputado a unas ideas por el uso de una prenda. En cualquier caso, ahora que estás pensando, que has sido elegido por los ciudadanos de Sevilla durante 12 años y no olvides que todavía queda un trecho para acabar tu mandato.
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