Los corrimientos de tierra obligan a desalojar viviendas en Málaga
La última nevada agrava los daños en las infraestructuras y en el campo
Después de un diluvio de 12 semanas, la tierra de algunas zonas de Andalucía ya no absorbe más agua y comienza a disolverse como un castillo de arena a la orilla del mar. Unas veces, el movimiento del terreno es inapreciable a simple vista, apenas tres centímetros por hora. Otras, el barro y las piedras caen ladera abajo en segundos, como un torrente. En todos los casos, las consecuencias son dramáticas para quienes habitan esos pedazos de tierra.
En la provincia de Málaga, decenas de viviendas han tenido que ser desalojadas por culpa de los corrimientos. El último caso se produjo en la madrugada de ayer en Rincón de la Victoria. La acción combinada del agua y de unas obras provocó el desplazamiento de un talud y el desalojo de un edificio con ocho personas en su interior, que no sufrieron heridas. El inmueble, situado en la urbanización Terrazas del Sol, en el núcleo de La Cala del Moral, fue examinado por los bomberos, que no apreciaron daños estructurales. Sin embargo, ante el riesgo de nuevos desprendimientos, los servicios de emergencias optaron por la evacuación. Ahora, el Ayuntamiento ha exigido a la constructora que trabajaba en la ladera que afiance el talud "para garantizar la seguridad".
Dos personas fallecieron en un accidente de tráfico causado por el hielo
Asaja denuncia que cientos de animales han muerto ahogados en Doñana
Este deslizamiento de tierras se une al que sufrieron el lunes dos urbanizaciones de Manilva, con 22 viviendas en total, y tres casas de Casarabonela. En la primera localidad, una lengua de tierra de 800 metros de largo avanza lenta pero inexorablemente dañando en su recorrido las casas levantadas sobre ella. Dos de las viviendas de la urbanización La Higuera, que se han desplazado más de 10 centímetros, pueden venirse abajo "en cualquier momento" y en su derrumbe, provocar un "efecto domino" que se lleve por delante al resto de apartamentos, según informó a Efe Aurelio González, jefe de Protección Civil de Manilva. En la urbanización Monteviñas el terreno se ha hundido entre 15 y 25 centímetros.
La última sacudida del insólito temporal de invierno no sólo ha afectado a casas sino que ha agravado los daños en las infraestructuras y la agricultura. Un tramo de once kilómetros en la A-92 en dirección a Sevilla, a la altura de la localidad de Diezma (Granada), fueron cortados por el desprendimiento de una ladera. El pasado 1 de marzo, se produjo un socavón de 30 metros de longitud y diez de profundidad en la misma autovía a la altura de Jun. Además, hasta medio centenar de carreteras de Jaén, Granada, Almería y el norte de Córdoba se vieron afectados por la nieve.
La nota más trágica fue la muerte de dos hermanos en un accidente de circulación en la carretera que une Torreperogil con Peal de Becerro (Jaén). El vehículo en el que viajaban los fallecidos chocó de frente contra un camión a primera hora de la mañana. Según las primeras investigaciones, el hielo que había sobre la calzada pudo influir en el siniestro.
Los principales embalses de la comunidad se han visto obligados a aliviar agua por seguridad, algo que no sucedía desde hace años. El pantano cordobés de Iznájar, el mayor de la comunidad desembalsó hasta 135.000 litros por segundo, lo que provocó una crecida considerable del río Genil. Tres familias tuvieron que ser desalojadas de sus viviendas en Badolatosa (Sevilla) al quedar aisladas por el agua, que ha afectado a multitud de inmuebles de la localidad.
También empezó ayer a aliviar hasta 20.000 litros por segundo el principal pantano jiennense y de la cabecera del Guadalquivir, el de El Tranco, después de que su nivel alcanzara su primera barrera de seguridad, el 85%. El delegado provincial de Medio Ambiente, José Castro, dijo que se han tomado todas las precauciones para evitar inundaciones en la pedanía de Mogón, en Villacarrillo, situada aguas abajo.
En el terreno agrícola, Asaja advirtió de que el temporal está provocando el ahogamiento de cientos de animales en el Parque Nacional de Doñana, entre ellos ejemplares de ciervos, gamos, jabalíes, vacas mostrencas, caballos marismeños, liebres, perdices y conejos. La muerte de ejemplares de estas dos últimas especies pone en peligro al propio lince ibérico, que se alimenta de ellas. Según Asaja, las actuaciones "inconclusas" del Proyecto de restauración hidroecológica Doñana 2005, de las que son "responsables" la Junta y el Gobierno central han convertido el parque en un "gigantesco depósito sin boca de desagüe", lo que está provocando la subida del nivel del agua y la muerte por ahogamiento o inanición de cientos de animales.
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