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Reportaje:

El portero que sólo quiere disfrutar

César brilla en el Valencia a los 38 años por su aprendizaje continuo y su ilusión

El secreto de César Sánchez (Coria, Cáceres, 1971) es que compite con la ilusión de un niño al que le permiten jugar unas semanas más con la élite. Quizá unos meses y, por qué no, un par de años. Ése es el karma que interiorizó César cuando llegó al Valencia en diciembre de 2009, procedente del Tottenham, donde pasó cinco meses y apenas disputó tres partidos. Pero recuperó la inocencia de los primeros años en el Valladolid, cuando debutó en 1992 frente al Barça de Johan Cruyff en Zorrilla (0-6). Han pasado 18 años, cinco en el Madrid y tres en el Zaragoza, y César sigue estirando su carrera hasta alcanzar la excelencia, como el domingo en el Calderón ante el Atlético, parando un aluvión de remates que no evitaron un 4-1 marcado por las expulsiones de Marchena y Miguel. Y la ira de César, colérico con el árbitro, Pérez Burrull, por detener el encuentro tras recibir un empujón de Assunção para que consultara con el cuarto árbitro, que decretó el penalti y la expulsión de Marchena. A Pérez Burrull el Comité Técnico de Árbitros le sustituyó ayer por Mejuto González para el Osasuna-Getafe del domingo. Y César, que vio la quinta tarjeta amarilla, se une a la larga lista de bajas para el Valencia-Racing del lunes en Mestalla: Marchena, Miguel y Banega por sanción; Albelda, Mathieu y Bruno por lesión.

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César cobra un sueldo de unos 600.000 euros brutos, que, sin embargo, aumentan exponencialmente a medida que va disputando partidos. Ya lleva 29, el penúltimo en la Liga Europa, frente al Brujas, arrebatándole también en esa competición la titularidad a Moyà tras un fallo de éste en el campo belga. Moyà, el fichaje más caro del pasado verano para el Valencia, que pagó cinco millones al Mallorca, fue una apuesta del entrenador, Unai Emery.

"César juega sin preocupaciones. Disfruta y por eso desprende tanta ilusión", dice Fernando Gómez, director deportivo del Valencia, sorprendido por el rendimiento del guardameta al que fueron a buscar al Tottenham para que cubriera temporalmente la lesión del arquero titular, el brasileño Renan, cedido ahora en el Xerez.

"A mí no me sorprende. Es el único portero que le disputó el puesto a Casillas", tercia el mediocentro Albelda, quien, a los 32 años, coincide con César en una fase final de su carrera que resume así: "Después de haber sufrido muchos desengaños, lo que quieres es disfrutar. Quieres ganar, claro, pero sobre todo disfrutar, y asumes mejor las derrotas".

César pasó un mal trago en su última fase en el Zaragoza, la del descenso, y también en el adiós al Real Madrid, engullido por un duelo mediático con Casillas. Ahora es un hombre pegado al teléfono móvil, convertido casi en un apéndice más de su cuerpo: habla, ve películas... Su mejor amigo en la caseta es Zigic. No es un líder, condición de Villa, Albelda y Marchena, pero le gusta crear ambientes positivos en el vestuario.

"Cuando llega el final de la carrera hay jugadores que lo asumen y otros que se sobreponen y mejoran. Es el caso de César", explica Pako Aiestaran, preparador físico del Valencia. "A un jugador lo retiran tres cosas: la falta de ilusión, que le hace descuidarse; una lesión; o la pérdida de fuerza. César mantiene la ilusión". "Cuando uno se hace veterano", prosigue Aiestaran, "solicita mucho más de los preparadores. Y él ha encontrado la persona adecuada: Otxotorena [José Manuel, preparador de porteros del Valencia y de la selección]. Una referencia en conocimientos y capacidad que le ha hecho aprender aspectos de los que no se había percatado". "Ha mejorado el uno contra uno, tanto en la percepción como en cómo atacarlo", descifra Otxotorena, "y en las posiciones corporales en la portería y fuera de ella". Pero lo más importante, subraya Otxotorena, no es eso, sino la predisposición al trabajo constante, la autocrítica y la ilusión de "un crío de 20 años".

César se queja a Pérez Burrull delante de Alexis y Banega.
César se queja a Pérez Burrull delante de Alexis y Banega.ULY MARTÍN

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