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Un gigante excavado entre el Palacio Real y la Almudena

EL PAÍS visita las obras del Museo de Colecciones Reales junto a sus arquitectos, Tuñón y Mansilla

El futuro Museo de Colecciones Reales, la mayor obra civil abierta en estos momentos en el subsuelo de Madrid a excepción de las del metro, afronta la tercera y última fase de su construcción. En su seno albergará obras de arte que abarcarán desde los violines stradivari de las colecciones regias hasta pinturas, tapices y carruajes suntuarios que hoy no pueden ser exhibidos en el Palacio Real. El museo tendrá 46.000 metros cuadrados de superficie edificada en seis plantas bajo la explanada situada entre la Armería del Palacio Real y la catedral de la Almudena. Con un presupuesto actual de 130 millones de euros, fue gestado según un proyecto aprobado durante el mandato del Partido Popular en los años 90 y refrendado posteriormente por el Gobierno socialista en un Consejo de Ministros que lo definió como "obra de interés estatal".

La planta sótano alojará un estacionamiento para 100 vehículos
Una planta con luz tamizada por columnas mostrará los mejores tapices
Los trabajadores hallaron restos humanos preislámicos
El arte suntuario de las colecciones regias adornará las vitrinas del museo

Todas las cifras son colosales: una fachada de 150 metros de longitud y 40 de altura, una de sus plantas de ocho metros de gálibo para exhibir tapices de gran formato o dos enormes recintos internos para presentar los vestigios arqueológicos hallados durante las obras. Primero se ha construido la caja y luego ha seguido la creación de las enormes estructuras. Los galardonados arquitectos Emilio Tuñón y Luis Mansilla, autores, entre otras construcciones, del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, acompañan a EL PAÍS en una visita a la obra. Su conclusión se prevé para 2014, según Yago Pico de Coaña, presidente de Patrimonio Nacional, organismo responsable de su ejecución.Los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Mansilla subrayan la complejidad de la construcción del futuro Museo de Colecciones Reales, que ha de atender y coordinar numerosas variables de todo tipo. "Estamos fascinados y comprometidos por conjugar toda esta complejidad en lo que consideramos el proyecto de nuestra vida", dicen de consuno. "Hemos tenido que hacer no sólo de arquitectos sino también, un poco de ingenieros, por las magnitudes y los retos que afrontamos", añaden, si bien destacan la ayuda hallada en los cálculos dimensionales concernidos por parte de los ingenieros consultados.

Una edificación de esta naturaleza, que tendrá seis plantas, se construye de arriba abajo mediante la excavación del enorme espacio existente bajo la explanada de la catedral y del Palacio Real. En el espacio excavado, que se forra con una gran membrana para que resista los empujes laterales del talud horadado, se instala una gran caja o cofre de hormigón en forma de L si se contempla transversalmente, donde la anchura es mayor en la base, unos 60 metros, y de 16 en la parte superior.

La primera tarea ya culminada ha sido la distribución de más de un centenar y medio de grandes pilares de hormigón, materialmente hincados en el suelo tras ser excavado, que cumplen una función estructural para sostener la gran caja del futuro museo. Luego se ha construido la gran caja, en una segunda fase y en la tercera, se completará el contenido de este gran cofre con una propuesta museográfica acorde con la naturaleza suntuaria de las colecciones a exhibir.

Uno de los aspectos más llamativos del proyecto, según remarcan los dos arquitectos, es un repertorio de columnas o pilares que compone exteriormente "una especie de almohadillado en consonancia con el zócalo pétreo del Palacio Real". Este frente se construirá sobre todo con granito extremeño y gallego -"la piedra berroqueña ya no se extrae de las canteras españolas"-, explican.

"El proyecto contempla asimismo exigencias museísticas, museográficas, medioambientales, artísticas, histórico-patrimoniales y arqueológicas, cuya observancia, a grandes rasgos, ha causado un retraso que estimamos en un año sobre el calendario inicial previsto", explican Tuñón y Mansilla. Todo ello dentro de una normativa edificatoria muy estricta.

Primero se pilotó el suelo de la explanada mediante un procedimiento rotatorio, de manera que se perforaron y tubularon hasta 150 hitos de 1,20 metros de diámetro y de 45 metros de longitud, dispuestos contiguamente. Luego, se edificó de arriba hacia abajo una suerte de membrana, un muro-forro de 30 centímetros de espesor, con 150 metros de longitud por 30 metros de anchura, sobre el que se insertan machones perpendiculares al muro que salen hacia la estructura, más una serie de anclajes de acero protegido por mortero que penetran en el talud. Todo ello contendrá la enorme presión que el propio terreno, ataludado en la zona, ejerce lateralmente.

Este sistema, que se asemeja a una enorme cámara-bufa por su anchura de cuatro metros, sirve asimismo para desviar las escorrentías de aguas subterráneas. El pilotaje, ya hormigonado, cuenta en su montera con una viga que engarza los pilotes como las púas de un peine.

El futuro museo, a resguardo del muro occidental de la catedral de la Almudena, tendrá un acceso en rampa a modo de receptáculo con vestíbulo, salón de actos para 150 personas, auditorio y guardarropía. En una primera planta hacia abajo albergará entre 80 y 130 tapices de la colección de los casi 3.000 de que dispone el Palacio Real. Quedarán expuestos de manera rotatoria en una sala de casi 2.000 metros cuadrados y, por tratarse de tapices de gran formato, de ocho metros de altura.

En una planta inferior figurarán distintas colecciones de objetos ornamentales y suntuarios de los 154.000 con los que el palacio ahora cuenta en su inventario. En ésta planta se expondrá con certeza la colección de violines de Stradivarius del Palacio Real, la más completa del mundo, así como pinturas, esculturas, relojes, porcelanas, vajillas, lámparas y otros útiles decorativos o artísticos, así como fotografías, ya que el recinto palaciego posee una de las más ricas colecciones fotográficas de España.

No se descarta que esta segunda planta exhiba, asimismo, armas procedentes de las copiosas colecciones de la Armería regia que, junto con las del Museo Imperial de Viena, son consideradas como las mejores del Viejo Continente, surgidas de los talleres de maestros centroeuropeos y toledanos líderes de estos menesteres armeros.

En una tercera planta, situada bajo la anterior, se exhibirán los carruajes de tiro de principios del siglo XIX, incluida una caravana real con coches de escolta, así como trineos, cuya colección, exhibida durante años en un pabellón especial dentro del Campo del Moro es hoy, junto con la de la antigua Corona portuguesa, una de las principales de entre las europeas.

Traslado y carga de obras de arte de gran y medio formato se efectuarán por un acceso de gran envergadura ubicado a ras de tierra, en paralelo a la cota que en esta zona del Palacio Real forma el suelo del Campo del Moro, donde unos 60 árboles y arbustos han sido talados de entre los numerosos plátanos que lo pueblan.

Bajo la planta de accesos de carga se ubica una planta más dedicada a estacionamiento de algo menos de un centenar de vehículos, frente a los 200 inicialmente previstos, ya que se ha reducido el tamaño de esta estancia, según Juan Hernández, arquitecto de Patrimonio Nacional.

Dos grandes huecos, de unos 10 metros de altura por 20 de profundidad, uno de ellos, y el otro algo más alto y de 30 metros de hondura, jalonarán la piel interior y exterior, respectivamente, del futuro museo. Ambos grandes huecos corresponden a los espacios en los cuales quedarán integrados los hallazgos arqueológicos de más entidad de cuantos se han encontrado durante las excavaciones previas a la obra. Y ello habida cuenta de que esa zona se ubica en lo que fuera la almendra central, donde, hasta ahora, se asegura que naciera la ciudadela de Madrid en torno al siglo IX, si bien hay ya constancia del descubrimiento de un posible poblamiento carpetano del siglo IX antes de Cristo sobre este mismo enclave. Tal hecho pondría en entredicho la certeza de que el poblamiento de la ciudad coincidió con la ocupación árabo-musulmana de la ciudad.

El hueco superior, que frisa con la cota del suelo en la explanada de la Almudena, está cubierto por una losa de unos 500 metros cuadrados de superficie, llena de filamentos de acero que la contraen para reducir su espesor hasta unos 80 centímetros, frente a los 1,40 metros con que contaría en enlosado normal. La losa se soporta sobre pilares de 1,20 metros de diámetro y hasta 12 metros de altura, calzados con neopreno. Ahí permanece un paño de unos ocho metros de altura y más de 30 de longitud de la muralla cristiana que cercaba Madrid por esta zona desde el siglo XII. Presenta aquí una angulación y muestra un cubo de fortificación de superficie redondeada. La muralla se ve coronada por un paseo de ronda que, o bien será de acceso abierto para que pueda ser transitada por el público, o bien quedará encapsulada tras una cristalera que permitirá verla a distancia. Ésta es otra de las cuestiones a decidir en los próximos meses

En la otra gran oquedad, situada justo frente a los cimientos de la catedral de la Almudena, el día de San Valentín de 2008 fueron hallados restos humanos en un enterramiento presumiblemente preislámico.

Las líneas generales de la futura museografía están siendo diseñadas por expertos nacionales y extranjeros de entre los principales museos del mundo en reuniones continuas, explica Yago Pico de Coaña, presidente de Patrimonio Nacional.

"En paralelo a la arquitectura digamos, material, que preside estas obras, existe otra arquitectura jurídica, legal y financiera de no menor complejidad, dada la intrincada red de exigencias que un museo como el de las Colecciones Reales demanda", remarca el responsable del alto organismo estatal.

Grandes cifras

- Dimensiones colosales. La construcción del Museo de Colecciones Reales, la obra de mayor envergadura que se realiza en Madrid en la actualidad, acumula cifras de vértigo: una fachada de 150 metros de longitud y 40 de altura, un edificio de seis alturas, plantas de ocho metros de altura para exhibir los tapices.

- Materiales. Se construirá principalmente con granito extremeño y gallego.

- Objetos expuestos. Una parte importante del patrimonio real podrá verse en el museo: pinturas, esculturas, relojes, porcelanas, vajillas, lámparas... También armas y carruajes de tiro de principios del siglo XIX.

- Hallazgos arqueológicos. Dos grandes espacios de unos 10 metros de altura por 20 de profundidad albergarán los hallazgos arqueológicos descubiertos durante las excavaciones previas a la obra.

- Presupuesto.130 millones de euros, que se han repartido en tres fases.

Obras de una escala insólita

Emilio Tuñón y Luis Mansilla, arquitectos laureados con numerosos premios internacionales, forman un equipo muy compenetrado y visitan asiduamente las obras. También laboran incesantemente desde su estudio cercano a Bravo Murillo. Acometen este proyecto de Museo de Colecciones Reales "conscientes de la envergadura del desafío que implica", aseguran. Reconocen que la seguridad del centenar largo de trabajadores que concurren en esta obra es su preocupación primordial, al igual que la de los responsables de Patrimonio Nacional.

Pese a las medidas de seguridad observadas, da vértigo recorrer el interior de las instalaciones, por las alturas en las que se desenvuelven, por la enorme cantidad de objetos potencialmente peligrosos y por la precisión con la que han de desarrollarse hasta las tareas consideradas más nimias. Sin embargo, la desenvoltura de los técnicos y operarios genera una secuencia de movimientos que se despliega acompasadamente, con una destreza que sorprende al visitante. Pero lo que más llama la atención es la escala de esta construcción. No hay precedente en Madrid de una obra de esta naturaleza.

Ha sido preciso excavar un enorme espacio ataludado entre el palacio y la catedral y posteriormente, ir edificando desde arriba hacia abajo una estructura portante que contenga el gran recipiente de hormigón que alojará el museo. "A grandes rasgos, nuestro principal desafío ha sido el de sujetar las presiones tangenciales que ejerce el talud excavado y transformar este empuje en una fuerza que contribuya a soportar la estructura". ¿Ingeniería arquitectónica o arquitectura ingenieril? "Con estas dimensiones y estos desafíos, un poco de cada cosa", señalan Emilio Tuñón y Luis Mansilla, con sendas sonrisas.

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