Viviendo con el enemigo
1.812 coruñeses residen en Vigo, pero sólo 281 vigueses lo hacen en A Coruña
Glasgow y Edimburgo. Bilbao y San Sebastián. Dinamismo popular o comodidad señorial. Los binomios de ciudades rivales no son exclusivos de Vigo y A Coruña. Pero en ocasiones, la rivalidad supera la habitual fase latente de los tópicos para alimentar conversaciones. Una de ellas, a finales del siglo pasado, tuvo su origen en el fútbol. Ahora, las maniobras político-financieras con las cajas pueden ser el caldo de cultivo para el antagonismo.
Algunos tópicos son ciertos, otro no. Los cuatro alcaldes de la democracia en A Coruña nacieron en la ciudad. De los siete de Vigo, sólo tres habían nacido allí. Pero en Vigo hay más vigueses (174.578 de 297.332 habitantes) que coruñeses en A Coruña (117.264 de 246.056), según el censo de 2009, que también certifica que en las dos ciudades hay un porcentaje similar de nacidos en el extranjero, más o menos un 10%. En la ciudad del sur hay menos no gallegos, incluso en términos absolutos (18.878 por 19.935 en A Coruña). La gran diferencia -suficientemente extraña como para originar otro tópico- es en el número de ciudadanos cruzados: hay (en el censo de 2001) 1.812 nacidos en A Coruña residiendo en Vigo, pero sólo 281 vigueses en A Coruña. Y al contrario, hay más vigueses en el área metropolitana de la ciudad del norte (543) que en los más populosos alrededores de Vigo (183).
Reixa: "Lo que más me sorprendió es que era una ciudad donde se paseaba"
Cermeño escoge el caos del sur frente a la calidad estética del norte
Dos de esos vigueses que residen pegados a A Coruña son Antón Reixa y Julián Hernández, que dejaron su ciudad natal hace una decena de años, y en ambos casos "por amor" (a una chica). "Lo que más me llamó la atención en Coruña es que era una ciudad donde se paseaba. Mi primer despacho era en los Cantones, y en seis meses saludaba al director de Caixa Galicia y al alcalde", registra Reixa entre los recuerdos agradables. De los otros, que "después de participar en un programa de televisión a favor del Celta, me topé con un montón de gente que hacía cola en la sede del Deportivo, y juzgué prudente cambiar de acera". Por su parte, al líder de Siniestro Total le sorprende la manía herculina de empeñarse en aparcar delante de los establecimientos. "Y como vivo en el semirrural, que los animales son diferentes. En Vigo las gaviotas son más grandes, y en A Coruña las pegas".
"Ya sabía que había mucha vida en la calle, pero me sorprendió la gran actividad de la gente, pensé que era más funcionarial", considera otro vigués, éste recién llegado, Manuel Vázquez Sola, director de comunicación de Caixa Galicia. Su recuerdo desagradable se remonta a su época de estudiante, cuando la patrona de la pensión le cobró de más cuando se enteró de que era vigués.
El escritor y guionista Xosé Cermeño no tiene ninguna reminiscencia similar, porque lo llevaron de A Coruña a Vigo con cinco años. "Aunque Coruña tenga más calidad estética, yo le tengo cariño a este caos y a esta mescolanza, aunque lo que no me gusta es que hay unos barrios rurales en los que sería bonito vivir, pero carecen de servicios públicos", dice. Francisco López Peña, ex delegado de la Zona Franca y actual director de Rodman, nació en Lugo, pero a efectos vigueses es coruñés. Pasó años como "ciudadano AP-9", yendo y viniendo y sufriendo las consecuencias de usar un coche PO en A Coruña y viceversa. "Antes notaba más las diferencias. En A Coruña hay un trato más amable, y nunca nadie me preguntó de dónde era. En Vigo puedes ser de aquí de toda la vida que siempre serás de un sitio. En A Coruña hay más servicios, porque en Vigo, con la población tan dispersa, es carísimo proporcionarlos. Y en Vigo se quejan con razón de la falta de inversiones, pero no tienen toda la culpa los demás: históricamente es la ciudad de Galicia con menos inversión municipal por habitante".
Pensando en antagónico, una pequeña parte de culpa de esas carencias le corresponde a una coruñesa, Iolanda Veloso, que aunque no se ocupa de esa área, es concejala (del BNG) del gobierno de Vigo. "Vine aquí a estudiar Traducción e Interpretación en 1993, conocí a un chico, monté una empresa y me quedé", dice, a la vez que afirma que nadie, ni en el mundo de la política, le reprochó su origen. (Abel Caballero sí le dijo: "Nadie es perfecto" cuando se enteró).
"Son dos ciudades de ritmo y carácter distinto, pero yo no veo antagonismo en la gente, creo que hay usos políticos de localismos mal entendidos", dice Veloso. "En el fondo social no existe esa confrontación, sí existe el victimismo de que nos quitan o no nos dan", analiza Vázquez Sola. "Vigo es una ciudad desvertebrada, y el localismo es más tácito y discreto, en A Coruña es más evidente", piensa Reixa. "La rivalidad me parece una pailanada. En política siempre hay pulsiones irracionales, a la espera de alguien venga y sople el fuego", categoriza Cermeño.
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