Un espectador
Se marchó el miércoles por la noche del cine Roxy de Santander, antes de que comenzara el último pase de la película «Permiso de conducir». La razón de su actitud fue la siguiente: el espectador estaba en el cine completamente solo. «Me aburro», dijo antes de abandonar la sala. Cinco minutos después, el cine cerraba sus puertas por no tener quien presenciara la proyección de la película. Para atender al espectador solitario fue necesario el trabajo de cinco personas: la taquillera, un acomodador, un portero y dos empleados de cabina. Las salas cinematográficas de Santander se quejan de que cada día merma más su clientela.
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