_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ocasión mal aprovechada

La construcción de Andalucía como comunidad autónoma a partir de la entrada en vigor de la Constitución ha estado marcada por un hecho singular: la autoexclusión de la derecha española de la misma. Dicha autoexclusión se expresó en el acuerdo adoptado por el Comité Ejecutivo de UCD de 13 de enero de 1980, por el que se decidió que todas las regiones que se constituyeran en comunidades autónomas, tras haberse constituido País Vasco, Cataluña y Galicia por la vía del artículo 151 de la CE, lo harían por la vía del artículo 143 CE, enfrentándose de manera directa con la voluntad expresada por todos los partidos andaluces, UCD incluida, a través de los Pactos de Antequera de 1978, de iniciar el acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 CE.

Los Pactos de Antequera se tradujeron en la aprobación de mociones en la casi totalidad de los municipios andaluces en las que se daba cumplimiento a lo exigido por el apartado 1 del artículo 151 CE. De ahí la necesidad de que, en cumplimiento de lo previsto en la Constitución, se tuviera que convocar el referéndum de ratificación de la iniciativa autonómica para el 28-F de 1980.

Dicha autoexclusión se mantuvo en la campaña del referéndum, en la que el mensaje de UCD, como se recordará, fue: "Andaluz: éste no es tu referéndum", convirtiéndose de esta manera en la diana de la rebelión popular espontánea en que se convirtió el desarrollo de la campaña, que desembocó en la votación del 28-F.

Los dirigentes andaluces de UCD, salvo honrosísimas excepciones, como la del ministro Manuel Clavero, secundaron la autoexclusión acordada por la dirección nacional. Dicha autoexclusión convirtió a UCD en un partido inviable como partido andaluz y, como consecuencia de ello, como partido español.

De ahí que, a partir de ese momento, se iniciara el proceso de descomposición de UCD, que la llevaría a su extinción dos años después. El terremoto andaluz obligó a la derecha española a reconstituirse políticamente, siendo sustituido UCD por AP a partir de 1982. AP, en contra en ese momento y durante toda al década de los ochenta de la estructura del Estado construida a partir de la Constitución, se refundaría como PP en el Congreso de Sevilla de 1989, en el que aceptaría definitivamente dicha estructura del Estado.

Esa autoexclusión de la derecha española ha sido muy negativa para el PP, al que le ha resultado muy difícil competir en las elecciones autonómicas andaluzas. Pero también ha sido negativa para la propia comunidad autónoma, en la medida en que una parte muy significativa del cuerpo electoral no se ha visto reconocida en el Estatuto de Autonomía. El ejercicio del derecho a la autonomía se ha visto debilitado por esa falta de integración de la derecha andaluza.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Algo se ha ido corrigiendo esta situación inicial a lo largo de estos 30 años, pero no se ha hecho todo lo que se debería y podría haber hecho. Hemos tenido la oportunidad de hacerlo con la reforma del Estatuto de Autonomía, que habría sido la ocasión ideal para que el PP pusiera fin a lo que fue su posición de fuera de juego en el momento estatuyente originario, pero la forma cicatera en que se comportó a lo largo de todo el proceso de elaboración de la reforma y su escaso entusiasmo en la campaña del referéndum de ratificación, no fue lo que la importancia del asunto exigía.

Todavía 30 años después del momento fundacional de la autonomía andaluza, sigue sin haber una valoración uniforme e indiscutida de lo que dicha autonomía ha significado para nuestra tierra. Esto electoralmente puede beneficiar a unos y perjudicar a otros, pero políticamente nos afecta negativamente a todos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_