El Inter espera a Eto'o
El camerunés todavía no se ha adaptado al 'calcio' y en el club le ven pasivo
No hay escenario que le guste más a Samuel Eto'o que la Champions, competición en la que suma 52 presencias. Esta noche se reencuentra con el Chelsea, pero en San Siro (20.45, Gol TV). "En Europa, él será la clave. No hay nadie con su espíritu de competición en el Inter", dice el ex jugador y ex técnico interista Giuseppe Bergomi. Quizá le sirva Europa al delantero camerunés para reivindicar su valía porque en el calcio todavía no se ha adaptado. En el Inter dicen que le ven pasivo y desconectado del juego. "Si hago memoria, no recuerdo ninguna actuación suya esta temporada de ésas que se te quedan grabadas", asegura Bergomi.
Eto'o es la sombra de aquel ariete rápido y participativo que con la camiseta del Barça promediaba 21,6 goles por temporada. En el Inter ha marcado ocho en 20 partidos, el último hace dos meses, (20 de diciembre contra el Lazio, 1-0). Tiene la peor media goleadora entre sus compañeros de reparto. Marca un gol cada 204 minutos por uno cada 140 de Diego Milito y uno cada 165 de Balotelli. Y, peor aún, José Mourinho le ha incluido en el turn over, le ha pedido que se pelee para conseguir un puesto porque ya no hay alfombra roja para él. "Le está costando mucho más de lo que tenían previsto en el club. Quizá no esté convencido de la posición o de sus compañeros... Hay algo que le frena", explica Sandro Mazzola, histórico futbolista del Inter.
"Las jugadas las finaliza Milito y a Eto'o le noto alejado y ausente", dice Mazzola
Mourinho: "Samu no puede pensar que tiene una alfombra roja en la puerta"
Eto'o llegó a Milán el pasado verano con la tarea de reemplazar al traidor Ibrahimovic en el corazón de la hinchada. El Inter perdió al sueco, el delantero con más peso en el equipo, y lo sustituyó con el camerunés. Eto'o, que se buscó casa en la céntrica calle Montenapoleone, se apoyó en Materazzi y Balotelli. El primero, sobre todo, le explicó los pormenores del calcio y del club de Massimo Moratti, que no gana una Copa de Europa desde 1965. Algo no ha funcionado porque Eto'o ha pasado de ser titular indiscutible a tener que luchar por un hueco en el once. De los cuatro partidos de Liga jugados en febrero, ha sido sustituido en dos, entró como suplente en otro y fue titular el pasado sábado.
Ha pagado, según dicen en el Inter, el juego del equipo de Mourinho, incomparable con el del Barça -no es lo mismo tener a Xavi e Iniesta en el medio campo que a Cambiasso, Stankovic o Sneijder- y no ha sabido reaccionar. "En el Barça era el epicentro del juego. Las jugadas acababan en sus pies. Aquí, en los de Milito. Y eso que Mourinho juega con tres delanteros. Eto'o tiene que reencontrarse a sí mismo porque todavía no se ha podido expresar. Yo a veces le noto alejado y ausente. En el Barça siempre pedía la pelota", analiza Mazzola. No le ha ayudado, tampoco, la llegada de Pandev en el mercado de invierno. Mientras Eto'o estaba en la Copa de África, el macedonio marcó tres goles en tres partidos. "A día de hoy, no es nada fácil ser mi delantero y, por cómo están jugando los otros, Samu no puede pensar que tiene una alfombra roja en la puerta. Debe demostrar que juega mejor que los demás. Por lo tanto, tiene que estar al 100% físicamente, en las motivaciones y los entrenamientos. Si está cansado psicológicamente por la Copa de África, es mejor que primero recupere su máximo nivel", soltó Mourinho a finales de enero. "Mou sale un día pidiendo que Camerún caiga eliminado porque necesita a Eto'o y la semana siguiente dice que Eto'o tiene que ganarse el puesto. Esta confusión tampoco le debe de estar ayudando mucho", comenta Bergomi. Eto'o ha tenido además algún problema físico y la semana pasada viajó a Barcelona a que el doctor Cugat le viera una rodilla.
Lo que ha perdido en el Inter, eso sí, es algo de su carácter especial. "No ha montado ningún pollo ni ha tenido comportamientos de prima donna. La hinchada le adora y está dispuesta a esperarle porque es muy generoso, se sacrifica por el equipo y eso en San Siro cunde", concluye Bergomi. Le perdonan todo, incluso que sea un habitual de Giannino, restaurante al lado de la estación de trenes y refugio de los milanistas.
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