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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Nadie es perfecto

Acaba de aparecer un libro en Reino Unido que cuenta que Gordon Brown tiene frecuentes ataques de ira. Lo ha escrito uno de los mejores conocedores del Partido Laborista, Andrew Rawnsley, que asegura haber utilizado más de 500 fuentes para componer su retrato del actual inquilino de Downing Street. Lo ha titulado The end of the party -El final de la fiesta- y ya ha puesto en apuros al primer ministro. Durante un mitin que se celebró este fin de semana, tuvo que explicarse ante la audiencia, y confesó: "No soy perfecto".

Y en verdad no lo es. Un día una mecanógrafa iba muy lenta en su trabajo, así que la empujó de la silla y él mismo se puso a teclear a una velocidad mucho mayor. Parece ser que cuando le entra la furia, poco importa que vaya en ese momento en el Jaguar oficial: se dedica a dar golpes contra el asiento delantero y, si el ataque va a más, empieza a pinchar la tapicería de color crema con su rotulador negro. Por ahí van los tiros en el libro: gritos, improperios, salidas de tono.

Hace unos años, un funcionario que había trabajado con él explicó en sus memorias: "Si de cada 10 veces que le dices buenos días te contesta una, puedes darte por contento". La fama, pues, le viene de lejos, y el mayor drama que ha padecido tras brillar durante una década como ministro de finanzas ha sido el de suceder a su antiguo jefe, Tony Blair, un tipo simpático que sabía seducir a las cámaras y que tenía siempre a punto las palabras idóneas.

Brown no las tiene. Lo suyo, más que con la comunicación, tiene que ver con la consistencia de las ideas y de los valores, y su talento a la hora de gestionar la actual crisis económica le permitió hace unos meses recuperar la popularidad que su torpeza como político le había hecho perder al llegar al poder y que, de todas formas, perdería de nuevo poco después. Un tipo que se maneja con soltura tanto en la compañía de Shakespeare como en la de Marx, Smith y Keynes no sirve mucho para un mundo que anda fascinado por las declaraciones de impacto, las fórmulas de éxito y los buenos modales. No le ayudan ni su inteligencia, ni su estatura, ni su sentido del humor. Nadie es perfecto, es cierto, pero son pocos los que se desplazan en un Jaguar. Por favor, cuide la tapicería.

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