EE UU no está a salvo del mal griego
Una gran parte de los 50 Estados de EE UU tiene una variante de la gripe griega. Si bien es cierto que no tienen desequilibrios a la escala de Grecia, la recesión ha puesto de manifiesto la deficiente gestión fiscal de algunos Estados. Las suspensiones de pagos no son inconcebibles, pero del mismo modo que la UE va a apoyar a Grecia, el Gobierno federal debería probablemente acudir al rescate.
Los Estados de EE UU están bastante más integrados económicamente que las economías de la zona euro, en la que se pueden producir importantes desequilibrios. Por ejemplo, durante la expansión, los costes salariales en Grecia y en España crecían mucho más deprisa que en Alemania, sin el correspondiente aumento de la productividad, lo que hacía que esos países no fueran competitivos. Algo similar ocurrió en EE UU, lo que trajo consigo la suspensión de pagos en ocho Estados durante la recesión de 1837-1843.
Por añadidura, todos los Estados excepto Vermont tienen la obligación constitucional de equilibrar sus presupuestos, lo que exige dolorosas subidas de impuestos y un recorte del gasto en las recesiones, especialmente cuando los fondos de contingencia se han agotado. Los presupuestos de los Gobiernos de la UE están limitados así y son mucho más grandes en relación con sus economías. Esto significa que se puede acumular un déficit mucho más importante. Por ejemplo, el déficit del presupuesto griego de 2009 era del 13% del PIB, mientras que el agujero financiero de California previsto para 2011 sólo representa el 0,8% de su PIB en 2008. Incluso el vaticinado para Nevada, aunque representa el 55% del presupuesto del Estado en 2010, sólo equivale al 1,3% de su PIB.
Sin embargo, los Estados tienen graves problemas financieros y la historia fiscal de algunos -incluidos California, Illinois y Nueva Jersey- está repleta de contabilidades opacas y de presupuestos extravagantes, también vistos en Grecia.
Sólo uno de los Estados de EE UU ha suspendido pagos en el siglo XX: Arkansas en 1933, tras lanzarse, careciendo de fondos, a construir carreteras justo después de la Gran Depresión. Pero con las tensiones actuales, la posibilidad vuelve a estar ahí y tendría severas repercusiones para el mercado, especialmente porque podría provocar la caída de las fichas del dominó. Visto que la voluntad de intervenir del Gobierno federal ha quedado de manifiesto con el rescate de los bancos, es probable que el presidente Obama acabe por rescatar a un Estado en quiebra.
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