La competitividad, clave para salir de la recesión
Como había avanzado el INE la semana anterior, el PIB disminuyó en el cuarto trimestre del pasado año un 0,15% (0,6% en tasa anualizada). Con ello se cierra el peor año desde que se dispone de contabilidad nacional, que comenzó a elaborarse en España a mediados del siglo pasado. El PIB generado en 2009 cayó un 3,6% respecto al año anterior en términos reales y casi lo mismo a precios corrientes, ya que los precios, o deflactor del PIB, apenas aumentaron un 0,2%.
Desglosando la composición del crecimiento en el cuarto trimestre, se observan brotes verdes en el consumo de los hogares, que aumentó un 1,4% en tasa anualizada tras casi estabilizarse en el trimestre anterior, y en la inversión en equipo, con un asombroso crecimiento del 13%. Ahora bien, no nos ofusquemos con estos brotes verdes, ya que, en buena medida, la recuperación de estos dos agregados se debe a factores temporales, como las ayudas a las compras de automóviles y vehículos comerciales o la reposición de maquinaria obsoleta en empresas con fuerte demanda de exportación. En sentido contrario, destaca la fuerte caída del consumo público, la primera en lo que va de crisis, que avanza el comportamiento de este agregado durante este año y los próximos. La construcción también sigue en negativo, aunque con comportamientos diferenciados entre el segmento de vivienda, que sigue cayendo cerca del 20%, y el resto, que, de momento, se ve beneficiado por el Plan E y la mucha obra pública en infraestructuras en marcha (algo que también cambiará en 2010).
Deberían reducirse los costes laborales bajando las cotizaciones a la Seguridad Social de las empresas
Tampoco vendría mal una moderación salarial acorde a la coyuntura y al problema de competitividad
En conjunto, la demanda interna continuó con su aportación negativa al crecimiento del PIB casi en los mismos términos que en el trimestre anterior, -1,3 puntos porcentuales (pp) en términos anualizados. Así pues, la menor caída del PIB en el cuarto trimestre respecto a la del tercero se debió a la mayor aportación de la demanda externa neta. La fuerte recuperación de las exportaciones, que se inició en el segundo trimestre del año en línea con la del comercio internacional, se intensificó, aunque su efecto sobre el PIB se está viendo frenado por el también elevado crecimiento de las importaciones.
Esto nos lleva a una primera reflexión: en cuanto se recuperan el consumo, la inversión en equipo y las exportaciones, las importaciones se disparan, con lo que se frena el proceso de corrección del déficit exterior, que aún ronda el 5% del PIB (gráfico inferior derecho) y hace que la deuda externa bruta, que alcanza la elevada cifra del 160% del PIB, continúe aumentando. Aquí reside uno de los nudos gordianos (hay más) de la actual coyuntura: es necesario reducir la deuda y para ello hay que generar superávit. Pero, sin poder devaluar y con unas condiciones competitivas deterioradas, ello sólo puede hacerse deprimiendo la demanda interna, con lo que el PIB no crece y no se crea empleo. La salida es aumentar más las exportaciones y frenar las importaciones, por ello es tan importante que se tomen medidas para mejorar la competitividad y para expandir la base de empresas exportadoras, que es muy baja. La propuesta, rechazada hasta ahora, de reducir los costes laborales bajando en al menos cinco puntos porcentuales las cotizaciones sociales de las empresas (compensada con la subida de impuestos indirectos que se cederían a la Seguridad Social para que ésta no entre en déficit), debería retomarse. Con ello se matarían dos pájaros de un tiro: podríamos exportar más y el crecimiento se haría más intensivo en empleo al reducirse su coste.
Tampoco vendría mal una moderación salarial acorde a la coyuntura y a los problemas de competitividad. Si son correctas las cifras de la contabilidad nacional, es un suicidio colectivo el que los costes laborales por trabajador en la industria manufacturera, la base de la exportación, aumentaran el año pasado un 5,4%, lo que unido a una caída de la productividad del 1,4%, dio como resultado un crecimiento de los costes por unidad producida del 6,9% (gráfico inferior izquierdo). No disponemos todavía de datos comparativos para la zona euro -la contabilidad nacional española es bastante mejor en este punto-, pero a buen seguro que hemos seguido perdiendo competitividad. No se trata de culpar a nadie, los sindicatos piden y los empresarios dan. El problema es que, como dice el refrán, entre todos la tenían y ella sola se murió.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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