Todo un arsenal de 'singles'
A estas alturas, el pop acelerado en manos de veinteañeros puede tener la misma gracia que un dolor de muelas. Pero también puede indicar que algo bueno va a ocurrir. Pasó con Arctic Monkeys y podría hacerlo con este cuarteto de San Diego, cuyo debú rebosa energía a la vez que revela infinitas escuchas de los Buzzcocks y The Fall por parte de sus miembros. Un debú delicioso, a pesar de la resaca del punk de 1978 que arrastra. La diferencia entre una relectura de lo que ya está más que hecho y crear un disco de peso la marcan las canciones. Y la primera mitad de este álbum es un arsenal de singles con cabeza nuclear. Un disco que, a excepción de Mexico, no da tregua. Lúcido, sin rellenos, directo al grano.
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