Frenesí contra el frío
El gran hándicap para cualquier telonero del MTV Winter es que nunca pasa de ser un mero subalterno, apenas un pasatiempo para ir calentando el ambiente a la espera de que el grupo principal, este año los Arctic Monkeys, haga acto de presencia. Actuaciones breves, condiciones sonoras más que deficientes y una indiferencia casi generalizada por parte de un público tan numeroso -unas 35.000 personas- como de aluvión, más joven aún que otros años: ante esas adversidades tuvieron que luchar en la fría noche del sábado las tres formaciones que precedían a la banda de Alex Turner en el cartel.
Y la verdad es que el impetuoso dance rock con hechuras fashion de última generación de los valencianos Fuzzy White Casters, así de brevemente dosificado y expuesto con tal brío, cumplió su función excelentemente. Más motivos para la incomodidad encontraron Dev Hynes y sus Lighstpeed Champion, aquejados por un sonido tan destemplado que restó matices y brillo a su ambivalente propuesta, y que apenas encontró eco con una versión del The KKK Took My Baby Away de Ramones, ante el escaso calor con que fueron acogidas sus eficaces melodías de cuño propio.
MTV WINTER
III Festival MTV Winter. Fuzzy White Casters, Lighstpeed Champion, Mystery Jets y Arctic Monkeys. Ciudad de las Artes y las Ciencias. Valencia, sábado 13 de febrero de 2010.
Siempre serán más coreables en un gran recinto los estribillos de Mystery Jets, cuyas inclinaciones por la tradición británica (con especial fijación por el rock progresivo más comercial de los 70) son tan obvias que diluyen su impacto en menos de media hora, el tiempo que tarda el personal en comenzar a reclamar a las estrellas de la noche. A los Arctic Monkeys, por el contrario, su viaje al desierto norteamericano de Mojave no les ha restado ni un ápice de pegada en directo. Si acaso una veta de rocosa aridez y de densidad a un discurso cuya maduración les permite versionar a Nick Cave (Red Right Hand) con personalidad, sin menoscabo alguno para esos frenéticos cambios de ritmo que transpiran los himnos juveniles de sus dos primeros discos, como I Bet You Look Good on the Dancefloor, When The Sun Goes Down o Brianstorm, sus más poderosos motivos para el baile dislocado.
Con su habitual puesta en escena sobria, directa y rebosante de energía sin artificio, Alex Turner y los suyos justifican sobradamente su vigencia y las expectativas ante una evolución creativa que predice aún mucho recorrido.
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