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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Por los pelos y por puro corazón

Sergio Sánchez bate (7m 32,41s) el récord de Europa de 3.000 metros en pista cubierta

Carlos Arribas

Contó Sergio Sánchez que no pudo dormir la siesta, que boca abajo en la cama las palpitaciones de su corazón rebotaban contra el colchón, que si se ponía de lado se le salía el corazón del pecho. El corazón, el mismo gran, tremendo, corazón que no le dejó vivir según su rutina la tarde de la carrera, le guió, llegado el momento, en medio del desastre que presagiaba naufragio, hasta la meta victorioso. Todo un hombre. Todo un récord. Solo ante todos, el atleta de Ciñera de Gordón batió por los pelos, por 57 centésimas de segundo, el récord de Europa de 3.000 metros en pista cubierta que poseía desde hace siete años Alberto García: 7m 32,41s, un tiempo que pudo haber sido inferior si la segunda liebre, el keniano Cheruiyot, hubiera estado a la altura del desafío; un tiempo que habría sido muy superior si, en vez de Sánchez, el desafiante hubiera sido cualquier otro atleta.

La primera liebre, el argentino Carriqueo, cumplió. Pasó el 1.000 en 2m 31,62s, en los límites fijados. Pero la segunda fue otra historia. "Más que tirar, Cheruiyot me molestaba, me frenaba. Por eso a falta de 1.200 metros, le adelanté", dijo Sánchez, de 27 años, también poseedor desde este invierno mágico de la mejor marca europea de 2.000 metros en pista cubierta.

Se fue solo y el público del pabellón de Valencia pudo disfrutar de unos momentos de atletismo que difícilmente podrá olvidar, una impresionante carrera contra el tiempo y el espacio. Como el 2.000 lo pasó en 5m 6,62s, cuatro segundos más lento que García en su récord, pocos eran los que daban un duro por el leonés; muchos, entonces, los que desconocían su capacidad.

Espoleado en principio por otro keniano, Kipruto, campeón olímpico de 3.000 obstáculos, Sánchez, zancada a zancada, empezó a limar segundos. A falta de 400 metros, estaba a más de un segundo de García. A falta de 200, a un segundo. Fue su obra de arte, la última, increíble, vuelta, poco más de 28s, el remate de un último mil en 2m 25,68s, un tiempo sólo al alcance de los más grandes que dejó mudo de asombro al pabellón. "Podría haber corrido más rápido si todo hubiera funcionado bien", dijo Sánchez, el corazón ya calmado; "pero para bajar de 7m 30s tendría que haber sido la carrera perfecta".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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