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Reportaje:

Una fábrica en el olvido

La antigua nave Oliva Artés, en Poblenou, espera la rehabilitación desde 2002

Hace ocho años, la antigua fábrica Oliva Artés llevó colgado durante meses el cartel de derribo. El terreno que ocupaba, en la confluencia de las calles de Pere IV y de Espronceda, tenía que ser recalificado como zona verde en virtud del plan de apertura de la Diagonal. En el último momento, el Ayuntamiento salvó de la piqueta esta nave del Poblenou de Barcelona para rehabilitarla y convertirla en un equipamiento. Los vecinos aseguran que fueron sus insistentes peticiones las que lograron el cambio de decisión. Influyó también, dicen, que por aquel entonces varias familias gitanas de países del Este se habían instalado en el interior de la fábrica.

Cuatro años después, en 2006, el entonces alcalde, Joan Clos, anunció que el edificio se iba a transformar en el Centro de Arquitectura de Barcelona. Pero el convenio entre el Consistorio y el Colegio de Arquitectos de Cataluña cayó en saco roto y hubo otro cambio de planes. La fábrica será una subsede del Museo de Historia de la Ciudad que "recordará el legado industrial de Barcelona", afirmó el alcalde Jordi Hereu en 2008. El proyecto se aprobó a finales del año pasado. Ahora sólo falta que el Ayuntamiento disponga de los 7,1 millones de euros que cuesta la obra, pero el tiempo juega en su contra.

La nave, hoy deteriorada, acogió en tiempos una fábrica de motores

La fábrica tiene la cubierta muy dañada y la lluvia pone en peligro el interior del recinto. El Instituto de Cultura de Barcelona (Icub) afirma que la financiación se hará efectiva "en breve", pero no concreta fecha. Si el proyecto se retrasa mucho más, advierten desde la dirección del museo, la nave tendrá que ser intervenida de urgencia.

El viejo recinto industrial, que cesó de actividad al iniciarse la transformación del 22@, está ubicado junto a Can Ricart, pero a diferencia de ésta y de la mayoría de instalaciones del barrio, Oliva Artés no acogió una industria textil, sino una fábrica de motores. Salvador Clarós, miembro de la Asociación de Vecinos del Poblenou, fue una de las personas que luchó desde el principio para que el edificio, ahora medio engullido por el parque del Centre, fuera destinado a "usos cívicos y culturales". El proyecto del Museo de Historia de la Ciudad fue un balón de oxígeno para la rehabilitación que, según Clarós, es "urgente e imprescindible".

La fábrica, protegida en el catálogo del patrimonio, está en muy mal estado, "hay partes de la cubierta agujereadas y con las lluvias de este invierno ha entrado mucha agua". El Ayuntamiento confiaba en los fondos del plan Zapatero para reformarla, pero al final la obra no se pagará con dinero del Gobierno central. "El Consistorio tiene muy presente este proyecto y, en breve, lo pondrá en marcha. Sólo estamos pendientes de la financiación y antes de seis meses seguro que estará resuelta", sostiene un portavoz del Icub. Los vecinos no se fían. Temen por la fábrica y se les acaba la paciencia. "Estamos hartos, llevamos 10 años esperando", protesta Clarós, "y no queremos ver pasar otra vez el tren de la recuperación del edificio y del equipamiento previsto".

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El proyecto de reforma ha sido elaborado por Baas Arquitectes. Su director, Jordi Badia, explica que el objetivo es "mantener el espíritu de la pieza, su planta basilical, y preservar la arquitectura productiva, industrial, de ladrillo". El arquitecto ignora los plazos que tiene el Ayuntamiento, pero asegura que el Consistorio "es muy consciente de que los trámites tienen que ir rápido". De hecho, una de las naves de la fábrica ya fue reformada y convertida en un cuartel de la Guardia Urbana. "Para eso sí que hubo dinero", apunta Clarós.

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