El niño que quería conducir el 31
Un gran apasionado de los autobuses ha llegado a ser jefe de prensa de la EMT
"¡Sigue, sigue a ese autobús! Rápido, que es un modelo nuevo y no lo he visto antes". En su antiguo trabajo, Diego García Crego llegó a pedirle a un compañero que fuera con el coche detrás de un vehículo de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Después de un pequeño recorrido, este periodista de 38 años pudo ver la línea en la que prestaba servicio, su forma exterior y hasta el tipo de ruedas que utilizaba.
Esa anécdota ilustra a la perfección la auténtica pasión de Diego García: el transporte público, en especial los autobuses. "Yo desde pequeño siempre decía que quería conducir un autobús. Es lo que más me ha gustado en el mundo", reconoce Diego. Pero la realidad le llevó a estudiar periodismo y a trabajar en el Ayuntamiento de Madrid hasta que logró el puesto hecho a su medida: jefe de prensa de la EMT.
"He pasado tardes enteras en el puente de Segovia para ver pasar los buses"
Y es que su pasión, según le recuerdan sus familiares, viene desde pequeño. Cuando tenía sólo tres años pedía a su tío que le montara los domingos en el 55 (Atocha-Los Cármenes) para ir a la estación de ferrocarril y poder ver los trenes. Ya con cuatro años se sabía de memoria el número y el recorrido de todas las líneas que pasaban por su barrio, Aluche.
Su afición fue creciendo con él. Cuando el metro costaba unas 25 pesetas, a principios de los años ochenta, se gastaba el dinero que le daban sus padres en meterse al metro y recorrerlo de arriba abajo. "Otros se compraban un donut o chucherías. Yo me estaba toda la tarde dando vueltas para ver los trenes. Recuerdo que leí en el Ya que iban a poner nuevos coches en la línea 2. Iba todos los días hasta que vi los nuevos", recuerda entre sonrisas.
Si por algo se caracteriza el jefe de prensa de la EMT es por saber todo, o prácticamente todo, del servicio que da su empresa. Es capaz de recitar de memoria el recorrido de las 213 líneas, los tipos de vehículos que llevan, su potencia, el año de incorporación... Y así hasta decir el tipo de asientos que llevan y la empresa que los ha instalado. Y por supuesto la cochera en la que se aparcan al final de jornada. "Somos la tercera empresa en número de vehículos de Europa, con 2.080 autobuses", dice con orgullo mientras apura un café de máquina.
"Me he pasado tardes enteras en el puente de Segovia para ver todos los autobuses que pasaban. Observaba los vehículos que iban, la frecuencia y casi hasta detalles inimaginables. Era la única forma de aprender", asegura García.
Pero sin duda el invento revolucionario para los amantes del transporte público como Diego fue el abono transporte, allá por el año 1986. "El problema que tenemos a los que nos apasiona esto es que no es como el metro. Tenemos que pagar por cada recorrido y eso te impide disfrutar de más trayectos. Con el abono fue nuestra delicia", comenta mientras sigue sonriendo.
De este modo empezó a conocer distritos que hasta entonces estaban casi vedados por su lejanía del centro de la ciudad: Hortaleza, San Blas, Barajas, Fuencarral... "Muchos amigos me dicen que conozco Madrid como un taxista. Pero eso sólo se debe a que me he recorrido la ciudad detrás de los cristales de un autobús, lo que permite ver todo lo importante", explica con pasión. "Alguna vez, cuando me he perdido, he ido detrás de alguna línea en concreto porque sabía que iba a sacarme de alguna zona que no controlaba mucho", añade.
Ahora, para completar su pasión, se está sacando el carné para conducir autobuses. De momento está con el teórico, pero en cuanto llegue el buen tiempo empezará con el práctico. Nada más entrar en la EMT, hace dos años y medio, recibió un cursillo que le permite conducir los autobuses por las cocheras. Y lo hace con soltura. "Estaría toda la mañana conduciendo. Es una sensación muy placentera y es lo que he soñado toda mi vida", explica mientras gira el volante de un vehículo de 12 metros de largo. "Los nuevos modelos, los Scania, son espectaculares. Se conducen con una facilidad maravillosa", apostilla. Se nota que lo dice con satisfacción. De los antiguos, esos que aún iban pintados de rojo, le encanta el Pegaso 6.038, que estuvo en líneas como la 20 (Sol-Moratalaz). "Era un autobús muy duro y con mucha potencia", reconoce con nostalgia.
Su gran sueño es hacer, al menos, un turno de verdad, con viajeros, por las calles de Madrid. ¿En qué línea? "Sin duda en la 31 [Plaza Mayor-Aluche], que es la que he cogido toda mi vida. Además es la quinta más utilizada por los madrileños", responde sin dudarlo.
García Crego es miembro de la asociación Amigos de la EMT y el autobús. La empresa les cedió un local en las cocheras de Fuencarral, donde se guardan todo tipo de objetos relacionados con los autobuses: desde tiques antiguos a planos, pasando por las placas que anunciaban las paradas y hasta expendedoras de billetes. Es el embrión de un futuro museo de la EMT, una de las aspiraciones de este periodista. "Uno de los socios tiene un autobús antiguo completamente remodelado y hacemos recorridos históricos y visitamos las instalaciones", afirma.
-Siempre se desplazará en autobús, ¿no?
-Sí, y soy muy crítico con el servicio. Por eso a veces voy en metro, para no estresarme y poder leer el periódico.
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