Cuarta victoria sucesiva de Osasuna

Hay partidos que se deciden por pequeños detalles y otros, como el de ayer, por mera insistencia. La cabezonería de Osasuna tuvo recompensa en el encuentro más igualado disputado en Pamplona en lo que va de curso. El toque delicado de Aranda fue argumento suficiente para que el cuadro navarro se coloque en mitad de la tabla clasificatoria con hambre de todo. Y eso que nunca se vino abajo el conjunto tinerfeño, demostrando que la mejor manera de controlar la tensión es con el balón bien cerca de la bota propia. Sin embargo, en el minuto 4, Aragoneses ya había tenido que desplegar sus mejores acrobacias para detener remates de Pandiani y del propio Aranda.

Desde atrás nació la confianza del conjunto insular, que no dudó en intimidar a la portería local a base de zarpazos lejanos que no pusieron en demasiados aprietos a Ricardo. Aun así, cuando más evidente era el tufo a empate por el tira y afloja que se traían entre manos ambos equipos, nació un control imposible de Camuñas, que con la pierna izquierda acompañó el balón alrededor de la cintura de Manolo Martínez para dirigir, ahora con el interior de la bota derecha, un pase que dejó solo a Aranda ante la portería de Aragoneses. Acostumbrado a recibir balonazos en largo, la escena se antojaba ignota para el delantero malacitano, que, fruto del temor a empalar semejante pase con la zurda, decidió tentar a la geometría para dirigir con temple y con su pierna buena, la derecha, la pelota al fondo de la red.

El Tenerife trató de levantarse. Siguió su camino de la mano de un Mikel Alonso preciso en el pase que trató de hilvanar la trenza que había plantado en el campo José Luis Oltra, con Alfaro, Kome y Nino, pero no encontró recompensa. Sigue sumando Osasuna, que lleva cuatro victorias consecutivas que le valen para situarse cerca de los puestos europeos.