La toma de decisiones no puede esperar
Semana movida en el ámbito económico. Los mercados financieros cumplen múltiples funciones, algunas tan esenciales como la de procurar la asignación más eficiente de los recursos disponibles a los sectores productivos y otras que cabe calificar hasta de dañinas y desequilibradoras, como la especulación a base de operaciones en descubierto, que se parecen más a la actividad de los casinos y que deberían ser desterradas o controladas de cerca. Otra función, que no agrada nada a gobiernos y empresarios, es la de vigilar la actuación económica de los mismos. Todo esto lo han estado haciendo en los últimos días, afectando más que de costumbre al devenir político-económico del país, aunque no en exclusiva porque la movida es mundial, con especiales connotaciones para los países del sur de Europa, los más débiles de la zona euro.
Nuestra economía está en una situación muy problemática y requiere ajustes dolorosos
El plan de estabilidad concreta más las medidas, pero es algo optimista en la previsión de ingresos
La parte de especulación no nos debería preocupar tanto, aunque no estaría mal que actuaran las autoridades monetarias para poner las cosas en su sitio. Pero la función de vigilancia sí que debemos tenerla en cuenta y no despacharla con frases de que "están siendo injustos con nosotros" o que "no conocen a fondo nuestra situación". Lo que nos están diciendo es algo de lo que parece que algunos españoles no quieren enterarse: que nuestra economía está en una situación muy problemática, que necesita volver a crecer para crear empleo lo antes posible, y que ello requiere hacer unas cuantas reformas y ajustes dolorosos a corto plazo, pero totalmente necesarios, como los que el Gobierno está enfrentando ahora con la reforma laboral, las pensiones y el saneamiento del enorme déficit público estructural que nos está dejando en herencia la crisis. Oponerse frontalmente a medidas necesarias o utilizar los problemas para desgastar al Gobierno es una irresponsabilidad en la actual coyuntura.
Pero volvamos a lo nuestro, a comentar la información más importante conocida en la semana. Entre ella, cabe señalar el paro y las afiliaciones a la Seguridad Social de enero, el índice de producción industrial (IPI) de diciembre y la actualización del programa de estabilidad.
El aumento del paro en 125.000 personas fue saludado como un dato muy negativo, pero ello es otro ejemplo de lo mal que en nuestro país se publican y analizan las estadísticas coyunturales. Nadie parece tener en cuenta la estacionalidad, que en estas fechas es muy desfavorable y que hay que eliminar para quedarnos con la tendencia, para saber cómo van las cosas. Curiosamente, en términos desestacionalizados, el paro bajó ligeramente en enero, aunque parece un resultado un tanto atípico, propio de la erraticidad de esta estadística.
Mucho mejor indicador de la evolución del empleo son las afiliaciones a la Seguridad Social, y en este caso el dato no fue bueno, ya que su disminución, en términos desestacionalizados, superó la de los dos meses precedentes, rompiendo la tendencia de mejora. La actividad más responsable de ello fue la construcción, afectada por el fin del Plan E y por la intensa caída de la actividad en el sector de viviendas.
Un breve comentario sobre el programa de estabilidad. Está bien hecho y se moja más que el de otros años en las medidas para alcanzar el objetivo de situar el déficit público en el 3% del PIB en 2013 desde el 11,4% en 2009. El acento se pone en la reducción del gasto público en 4,8 puntos porcentuales (de ellos, 2,9 puntos en lo que se denomina gasto corriente, es decir, las remuneraciones de los funcionarios y otros gastos de funcionamiento), junto a una recuperación de los ingresos de 3,7 puntos derivada de las medidas ya tomadas de aumentos de impuestos y de la ayuda del ciclo. Quizá esta previsión puede ser algo optimista, pero entra dentro de lo posible y razonable. El exceso de optimismo provendría de lo que podría considerarse el principal pero del plan: no parece que una política fiscal tan restrictiva impulse el crecimiento de la economía, para el que se prevén tasas del orden del 3% desde mediados de 2011. Esto nos devuelve a las consideraciones anteriores: el saneamiento fiscal y el de otros muchos desajustes de la economía española le abocan a un crecimiento bajo, incapaz de crear empleo de forma significativa, durante unos cuantos años. La forma de romper este nudo gordiano es llevar a cabo reformas estructurales e institucionales, aunque sean dolorosas.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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