La empresa que vende áridos tóxicos defiende que son legales
Manmer admite que su aglomerado puede ser contaminante
La constructora eumesa Manmer, que comercializa aglomerado asfáltico de Holanda como árido para la construcción, se defendió ayer de las acusaciones de contaminación y toxicidad de su producto vertidas por ecologistas y empresarios del sector, mientras la Fiscalía de Medio Ambiente de Galicia y la Xunta investigan la composición del material.
Fermín Duarte, portavoz de Manmer, exhibió análisis, informes y certificados de la UE que avalan la legalidad del producto y criticó la "campaña de acoso y derribo" emprendida contra la firma por empresas "de la competencia" que defienden "su monopolio con métodos canallescos". La constructora asegura que esta "alarma social" le ha costado a la firma, con sede en Pontedeume y nueve empleados, la negociación de un contrato de cuatro millones de euros y la paralización de varias obras. Duarte amenazó con querellarse en todos los frentes y recurrir al Tribunal Galego de Defensa de la Competencia. "No son materiales que produzcan deterioro ni contaminación por encima de los límites", insistió. No obstante, la empresa no niega que el producto pudiera ser contaminante para el suelo a largo plazo y se limitan a señalar que "es un árido, no un residuo" y que cumple con la normativa y no puede ser "satanizado".
La constructora asegura que el material está siendo "satanizado"
En los últimos días, técnicos de la Consellería de Medio Ambiente han tomado muestras de este material empleado como zahorra y por ahora bajo sospecha. La denuncia contra Construcciones y Excavaciones Manmer, SL la formuló la semana pasada la Asociación Gallega de Áridos (AGA) que agrupa a 56 empresas del sector. Se sostenía sobre un informe de la Universidad de Santiago y a las analíticas de dos laboratorios que advertían de la elevada toxicidad de un material con niveles de hidrocarburos por encima de lo permitido.
El producto procede de Holanda. Son restos de asfalto y pavimento de las viejas carreteras del norte de Europa que contienen productos y sustancias prohibidas desde la década de los noventa, que se procesan en plantas de tratamiento y reciclaje con incentivos estatales. El pavimento debe pasar por el horno a temperaturas muy elevadas para liberar la mayor parte de los componentes nocivos. La constructora Manmer se lo compra a una de estas plantas, Bentum Recycling Centrale, lo importa desde Rotterdam y lo descarga en el puerto exterior de Ferrol para venderlo en Galicia a un precio muy competitivo como capa granular para asfaltar pistas forestales y árido para todo tipo de obras civiles. Los resultados de una analítica encargada a un laboratorio de Vilaboa indican que el material todavía contiene restos de benzopireno, un producto tóxico y cancerígeno. Manmer defiende que está por debajo del mínimo legal.
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