"Aquí hay 'Steve Jobs' pero no les dejamos emerger"
Este promotor de negocios cree que de la crisis se saldrá con ideas
Llovizna en Barcelona y Alfons Cornella aparece en el restaurante Octubre 18 bajo un sombrero de color marrón mojado. Saluda, deja su libreta sobre la mesa, se sienta, advierte de que le esperan en otra parte a las 16 horas y va al grano, al menú. Opta por un Gratin de macarrones y por el Bistec ruso de rape y merluza a la llauna con judías blancas de Santa Pau.
Es físico de formación, aunque no ejerce. Arranca la conversación, pero no se le ve muy entusiasmado contando su historia personal, ni siquiera ayudado por una copita de tinto. La cara le cambiará cuando empiece a relatar que un tipo de Andorra ha inventado un pararrayos que impide la caída del rayo, en lugar de atraerlo para que no afecte a lo demás. O cuando explique los planes de expansión en China de una diseñadora catalana que utiliza la tecnología del plasma para prendas antimanchas. O cuando augure que lo que viene tras la ruina económica son las pequeñas empresas eficientes con vocación artesanal. "De esta crisis se saldrá trabajando y con ideas", dice. Es otro modo de hablar de sí mismo.
Este promotor de negocios cree que de la crisis se saldrá con ideas
Su invento propio es Infonomía, una pequeña empresa con dos caras. La visible es un escaparate online de nuevos negocios e ideas que surgen en alguna parte del mundo, que aglutina a 24.000 miembros. La que no se ve es la compañía de servicios de innovación, en la que Alfons Cornella hace las veces de gurú, bastón, y hasta muleta de empresas con ganas de convertirse a la palabra más gastada en lo que va de siglo XXI: la innovación, credo (de boquilla, por ahora) del cacareado cambio de modelo económico español. "¿Se imagina la revolución que sería poner un tope al precio de los alquileres de los pisos, compensando al dueño con incentivos fiscales?", suelta, tras un sorbo de vino y tras precisar que "esto no es de derechas ni de izquierdas".
Cornella encadena ideas. Y dibujos, porque se dispone a explicar algunas de ellas garabateando siluetas de árboles y muchas flechas en un papel, sobre el mantel. Es un anticipo de su libro Visionomics. "Me he pasado la vida contando cosas complejas como si fueran fáciles", dice, tras recordar que en su juventud introdujo 900 términos en una enciclopedia de ciencia y tecnología.
Llegados los postres, Cornella espeta: "Aquí tenemos a nuestros Steve Jobs", pero "no les dejamos emerger". "¡Denles oxígeno!", exclama, entre enfadado y compungido por falta de financiación para nuevos proyectos. "¿Quién decide qué es rentable? El tocho se valoró como lo más seguro y resultó ser lo más inseguro", comenta convencido de que "la burbuja del ladrillo regresará si nada lo impide".
Su receta para la crisis es "poner a trabajar a las mejores mentes del país en grandes proyectos que lo transformen, empezando por la educación". La segunda, cambiar la imagen del empresario. La palabra en sí, dice, evoca a alguien muy rico, que explota, a "un estereotipo". Pero, según él, "la mayoría de empresarios son personas que no se sienten representados por las patronales, personas con una idea, con pasión por llevarla a cabo y que no duermen para pagar las nóminas". Su conclusión, café en mano: "El desencanto del empresario es quizá el primer problema de este país".
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