Bucear en la oscuridad
El madrileño Rodolfo Sancho, actor que acaba de estrenar el filme La herencia Valdemar, se ha convertido en un asiduo de la Riviera Maya desde que descubrió el submarinismo.
Zambullirse allí debe de ser una gozada.
El agua es transparente y la temperatura permite bucear muchos días sin traje. Pero, sobre todo, el arrecife de Cozumel es el segundo más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral australiana.
Habrá de todo ahí abajo.
Imagínate. Ves tortugas, peces ángel, anémonas gigantes, algún que otro tiburón...
Inofensivos, espero.
Yo sólo he visto al tiburón nodriza, totalmente inofensivo. Eso sí, medía más de dos metros. Impresiona. Aunque lo más increíble que he hecho es la inmersión nocturna.
Suena estupendamente.
Te zambulles con linterna y, una vez bajo el agua, la apagas. Pasas dos o tres segundos flotando en la oscuridad; es una sensación única. Cuando recobras la visión, descubres que al moverte dejas una estela fosforescente en el agua; es el plancton, que reluce de noche.
¿Disfruta tanto en tierra firme?
También me encanta. En esa zona tienes los cenotes, unos pozos profundos con unas formaciones rocosas subterráneas muy llamativas y en los que puedes bucear. Y me encanta la playa de Akumal.
Lo suyo es mojarse.
Por supuesto también están las ruinas de Chichen Itzá, Tulum y las de Cobá. Están inmersas en la selva, suele haber menos gente y su pirámide principal mide más de 40 metros. También he viajado en Jeep más al sur, hasta las ruinas de Uaxactún, en Guatemala; de las más antiguas del mundo maya. Es un trayecto complicado por la selva. En el viaje empezó a llover y fue increíble ver a un montón de tarántulas cruzando el camino.
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