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Columna
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Problemas y soluciones

Joan Subirats

He recibido en mi casa una invitación de Alicia Sánchez-Camacho para que me atreva "a cambiar algunas cosas". La campaña Alicia 2010 dice centrarse en solucionar los problemas de los catalanes. Las soluciones propuestas que más destacan tipográficamente son, al margen de la creación de empleo, "acabar con la inmigración irregular" y "luchar contra la delincuencia y el incivismo". Supongo que es en ese contexto en el que cabe inscribir la frase de la candidata de que "aquí no cabemos todos", o la propuesta de Alberto Fernández Díaz para que se investigue exclusivamente a los comercios de Barcelona regentados por inmigrantes, al considerar que incumplen de manera habitual y sistemática las normas vigentes. Siguiendo la propuesta de Alicia 2010 y atreviéndome a pensar, deduzco que cuando la dirigente del PP habla de "aquí" se refiere a Cataluña y que cuando habla de "todos" se refiere a "ellos". Es decir, no incluye a los que ya estábamos (¿desde cuándo?) y tampoco a los turistas (más de 14 millones de pernoctaciones en Barcelona el año 2009). Y lo más curioso, o no tan curioso, es que lanza esa frase cuando justamente la llegada de nuevos inmigrantes se ha reducido drásticamente.

Los políticamente correctos hablan de la continuidad de la "cultura de origen" y los menos correctos son simplemente racistas

La construcción del contrario ha sido una constante en el debate político. Cuando ese contrario u oponente no lo es desde el punto de vista ideológico o de valores, sino que lo es por el color de su piel, por el lugar en el que ha nacido, por la religión que profesa o por su posición social marginal, entonces la deriva demagógica y populista de la política se exacerba y acaba sacando hacia el exterior lo peor de la condición humana. La derecha de este país va jugando con el binomio inmigración-delincuencia desde hace años. De tal manera que si el inmigrante ya tiene la pena de serlo, se le amenaza con la segunda pena, la que tendrá por el hecho de ser irregular o de delinquir. Sólo se le perdonará su presencia si su conducta es irreprochable. Y esa irreprochabilidad la vamos maleando según nos conviene. La condición más evidente para la irreprochabilidad es que no se cometan delitos, pero a ello le podemos ir añadiendo condiciones que demuestren su españolidad o catalanidad, o que le recuerden sus obligaciones (ser adaptable, trabajar duro, portarse bien...). Como afirmó Sayad, debe escoger entre ser estigmatizado o hacerse invisible. Doña Alicia y el Partido Popular han decidido emprender el camino de la estigmatización, al ir destacando ciertos rasgos de "ellos", la falta de papeles, su incivismo, su delincuencia potencial o real..., y así se va generando lo que Goffman denomina "la contaminación del estigma", por la cual los que comparten la condición de inmigrantes van viendo como se les atribuyen (justificada o injustificadamente) esas características estigmatizadoras. De tal manera que ello acaba produciendo la inferiorización de esas personas o grupos, e incluso la de sus descendientes. En efecto, las diferencias entre la gente que vive en Cataluña se convierten en "naturales" o fundamentales. Y así, los políticamente correctos hablan de la continuidad de la "cultura de origen" y los menos correctos son simplemente racistas. En el libro recientemente editado de Andrea Rea y Maryse Tripier (Editorial Hacer, 2009) se afirma que, de aceptarse esta dinámica, la diferenciación se mantiene aunque pasen años de residencia y de inclusión en el país. Algo de ello pueden percibir aún algunos de los llegados a Cataluña en la década de 1960, y es evidente que siguiendo los consejos de Alicia 2010 así estaremos cuando dentro de 20 años oigamos quizá silbar el himno de Cataluña cuando la selección de fútbol catalana se enfrente a la de Marruecos. De seguir por esa línea, no me extrañaría que el próximo paso lo veamos en los carteles electorales dentro de unos meses. Los magníficos resultados del Partido Popular suizo con su campaña de los minaretes, o con el famoso cartel en el que se sugería la expulsión del país de los inmigrantes (simbolizados como ovejas negras) de la buena población suiza (presentados como ovejas blancas), pueden resultar apetecibles para quienes no ven límites a sus aspiraciones electorales. Y así iremos encontrando más y más problemas para cada una de las soluciones que nos proponen.

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