El PP se sube al globo de la victoria
Los populares se muestran exultantes mientras Arenas trata de aplacar la euforia
El entusiasmo y la moral son piezas esenciales para cualquier competición. También para la que se libra permanentemente en política. La militancia del PP pasa por un momento de arrebatada embriaguez tras conocerse el barómetro del IESA, que adjudica a esta marca una victoria virtual sobre su rocoso adversario, la primera de una encuesta con dependencia oficial. Atrás queda el mazazo del caso Gürtel, que horadó con saña el estado de ánimo que el PP de Javier Arenas había conseguido levantar trabajosamente con el multitudinario mitin de Dos Hermanas (Sevilla) de septiembre. Y más lejos aún el mal sabor de las elecciones europeas, en las que un baño de urnas real hundió las expectativas de la pronta victoria.
Arenas: "No hay nada que celebrar. Los sondeos son sólo un aliento"
Ahora se vive un clima exultante, de efervescencia. Pero el líder de los populares andaluces, curtido en decenas de campañas electorales, sabe que la euforia es mala consejera -los altibajos del último año son una buena muestra- y se aplica con ahínco en tirar para abajo del globo al que se han subido los suyos y acercarlo a la tierra. En todas sus intervenciones lo recuerda, el viernes lo hizo en Sevilla: "No hay nada que celebrar, tenemos que ganar las elecciones no las encuestas; esto debe interpretarse como un aliento y seguir profundizando en la tendencia de la mayoría social".
Javier Arenas es consciente de que restan dos largos e inciertos años para las elecciones autonómicas de 2012, y en otras ocasiones ha podido comprobar en sus propias carnes lo volubles que son las ventajas demoscópicas. Además, él mejor que nadie (ha perdido tres veces frente a Manuel Chaves) está al tanto de la solidez y raigambre del PSOE en Andalucía, entreverado en el paisaje y en el poder desde que se inauguró la autonomía en 1982.
El discurso de los socialistas para recuperar la confianza perdida por la crisis económica y el desconcierto que ha generado el cambio de referente (de Chaves a José Antonio Griñán) es precisamente atacar la figura de Arenas, presentarle como una rémora para que el PP despegue, gafado con su aura de pertinaz derrotado. Los dirigentes andaluces de su partido, sin embargo, apuntan que el también vicesecretario de Política Territorial del PP nacional está en una posición de fuerza notable. Es, de hecho, el hombre fuerte de Mariano Rajoy y la cúpula marianista interpreta su avance en Andalucía como una garantía de ganar las generales a José Luis Rodríguez Zapatero. En el río revuelto que es el PP -incluso baronías antes inquebrantables como la del valenciano Francisco Camps,- contrasta el completo control que ejerce Javier Arenas sobre la organización andaluza, que dirige desde 1993 con sus 140.000 afiliados detrás en primer tiempo de saludo.
Queda mucho trecho. Primero están las municipales, unas elecciones en las que el PP sale muy bien en las capitales, aunque obtiene resultados ralos en los pueblos de menos de 50.000 habitantes, que suelen dar la medida de lo que serán las autonómicas. De momento, Arenas ha ordenado atemperar los mensajes. "Más que nunca hay que medir nuestras propuestas, responsabilidad", recomendó el viernes.
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