La banquera que vende discos
El día que el entonces presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso reunió a los mayores empresarios del país para una comida en el Palacio de la Alborada, allí estaba Maria do Carmo Nabuco (Kati) de Almeida Braga, primogénita del banquero Antonio Carlos de Almeida Braga y de Sylvia Maria da Glória de Mello Franco Nabuco, dama de la alta sociedad. La mujer que tiene casa en Nueva York, París y Angra dos Reis vive en un lujoso piso de Ipanema, y cuyo nombre igual aparece en la sección de economía de los periódicos que en páginas de cultura o ecos de sociedad.
Presidía el banco Icatú cuando se le ocurrió montar una compañía de discos. Y no buscaba la banquera la distinción que otorga, por ejemplo, la lírica. Primero porque eso le trae al fresco -va en mangas de camisa y tejanos- y segundo porque, según ella, en Brasil, las élites económicas escuchan música popular. ¡Vaya por Dios!
Su discográfica nació en 2001 a raíz de un ciclo de música popular en un museo de Río de Janeiro. Las grabaciones de los conciertos fueron las primeras ediciones del sello Biscoito Fino, que Discmedi distribuye en España. La expresión "biscoito fino" se le atribuye al escritor Oswald de Andrade -"las masas comerán algún día la refinada galleta que produzco"- y la idea se la habría dado a Kati el poeta y letrista Geraldo Carneiro.
Está claro que a Kati Almeida Braga no le preocupan las tendencias del mercado, ni que ésta sea la peor época de la historia para la industria del disco. Le estimula crear empresas. Biscoito Fino (www.biscoitofino.com.br), con sede en la calle de Sarapuí, del barrio carioca de Botafogo, posee hoy su propio estudio de grabación y se ha convertido en el sello de referencia de la mejor música brasileña. Lo que deseaba la banquera: una compañía de calidad, como inversión y placer.
Ocho años después de su primer compacto, el catálogo ronda los 400 títulos, con obras que van desde el compositor erudito Claudio Santoro hasta un homenaje de Michel Legrand al fallecido pianista Luiz Eça. Con discos de Guinga, Hamilton de Holanda, Mônica Salmaso, Moacyr Luz, Quarteto Maogani o Edith do Prato, que cantaba mientras marcaba el ritmo rascando un plato con un cuchillo. Además, Biscoito Fino ha reeditado discos colectivos como los dedicados al poeta portugués Fernando Pessoa, A música em pessoa, y a Manuel Bandeira, Estrela da vida inteira, y ha establecido acuerdos de cooperación para salvaguardar el patrimonio y la memoria de la música brasileña como el realizado con el Instituto Moreira Salles: 13.000 canciones restauradas para el mayor acervo público existente de fonogramas de la era mecánica y las primeras grabaciones eléctricas.
Dos momentos importantes: en 2002 Maria Bethânia abandona la multinacional BMG y firma con Biscoito Fino y, en 2006, el sello de Kati -que anda metido como socio en la productora de películas Conspirações Filmes y en Lumière, distribuidora independiente de cine- publica el ansiado nuevo disco de Chico Buarque, con sus primeras canciones inéditas en siete años. El inesperado crecimiento de la empresa ha generado ya algunos viejos vicios de las grandes discográficas, pero ésa es otra historia.
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