Desconocido de culto
Jonathan Ames (Nueva York, 1964) es un hombre que sólo es famoso en Brooklyn. O puede que ni siquiera allí.
Probablemente eso será debido a que sus fans no hablan nunca de él ni a su familia, ni a sus parejas, ni siquiera a los desconocidos. Ames es un secreto muy bien guardado, un renacentista bajito, barbudo y con gorra azul que gusta de escribir, actuar, dirigir y, sobre todo, curiosear; especialmente en cuanto se pone el sol.
"Lo reconozco, a mí lo que me gusta de noche es salir, comer, pasear. No me gusta nada mirar la tele". Extraña confesión de un tipo que amenaza con salir del anonimato gracias a Bored to death, la serie más gozosamente incomprensible que ha generado la HBO desde los tiempos de John from Cincinnati, aquella locura de David Milch ambientada en la comunidad surfera de California que algunos siguen tratando de entender.
Ames recibe a EP3 en un salón del hotel Langham Huntington de Pasadena, muy cerca de Los Ángeles, y por su cara se diría que se siente como un niño en su primera visita al zoo. "¿De dónde vienes? ¿De España? Guau. ¿Sabes que fue uno de los primeros sitios que compró mi novela I pass like night? [traducida como Fugaz es la noche]. Si vienes de allí, entenderás perfectamente lo que he intentado con Bored to death: mi personaje es un Don Quijote. Un tipo que ha leído demasiadas veces a Dashiell Hammett, a Raymond Chandler o a Ross Macdonald, y que piensa ¿por qué no? Él también podría ser detective. De la misma forma que Don Quijote perdió la cabeza por leer demasiados libros de caballería, este escritor pasa por ese proceso por culpa del género negro. O sea, que ha enloquecido por culpa de la literatura [risas]". Ames escoge cada palabra con sumo cuidado, sin subir nunca el volumen, y apuntala su discurso con ligeros movimientos de cabeza, como si tratara de conservar el ritmo.
El escritor del que habla tiene el careto del actor Jason Schwartzman, una elección que hasta podría considerarse una obviedad para interpretar a un aficionado a la marihuana, al alcohol de alta graduación y a las gabardinas. "Jason fue mi primera opción. No es sólo un actor, sino que es músico, es un artista; por eso creí que podría interpretar a un escritor. Además, tiene un motor maravilloso: es un tipo curioso y directo, a veces listo, a veces confuso. Siempre pensé que era ideal para ser el núcleo de la serie", cuenta Ames apurando su segunda taza de té en menos de un cuarto de hora.
El personaje de Schwartzman en Bored to death también se llama Jonathan Ames, otra de las constantes vitales del propio autor, que tiene la costumbre de bautizar a los protagonistas de sus correrías por los territorios de la ficción con su propio nombre. "¿Por qué? Bueno. Voy a confesarlo: yo siempre he querido ser como Marlowe. Encajar puñetazos con dignidad y tomarme un café bien negro después de que unos tipos inmensos me dieran una paliza [risas]. Pero no quería hacer una parodia. Y eso tiene que ver, a su vez, con mi sentido del humor. Para mí el humor tiene que ver con las personas que son capaces de hablar de su vulnerabilidad y de su visión de ellos mismos y saben mofarse de su propia debilidad. No comparto la arrogancia que supone reírse de otros seres humanos".
Falta saber de dónde sale Bored to death; cómo llegó a las manos de HBO; por qué esta serie y no cualquier otra. "¿Sinceramente? Tengo una concepción muy darwiniana de la vida. Hago esto porque quiero ganar dinero. Quería irme de una vez de casa de mis padres. Ya me entiendes [risas]".
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